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15 de Septiembre, 2007¿Ciencias Sociales críticas?
Por Episteme - 15 de Septiembre, 2007, 19:25, Categoría: Sociocrítica
¿Ciencias Sociales críticas? ¿Un nuevo criterio epistemológico de demarcación? Notas en torno a un artículo de Dussel Ariel Germán Petruccelli[1] Herramienta Nº 12, de otoño de 2000, Buenos Aires. En Herramienta 9 Enrique Dussel ha publicado un provocativo y estimulante artículo –"El programa científico de Carlos Marx (ciencia social funcional y crítica)"–, en el que defiende la posibilidad –y la necesidad– de establecer un "tercer criterio epistemológico de demarcación"; criterio que permitiría diferenciar a las ciencias sociales funcionales de las ciencias sociales críticas. Como es sabido, los criterios de demarcación aceptados por los epistemólogos son dos, a saber: a) aquel que permite distinguir a la ciencia de la pseudociencia; b) aquel que deslinda a las ciencias naturales de las ciencias sociales. De entrada no más expone Dussel sus propósitos: "intentaré mostrar epistemológicamente que el programa de investigación científica de Carlos Marx responde a las definiciones estándar de ciencia social, si se entiende con claridad la diferencia entre las ciencias sociales "funcionales" –siempre necesarias, en alguna medida– y las ciencias sociales "críticas" [...]".[2] Dussel parece creer que el programa de Marx necesita del "tercer criterio de demarcación" para que se le reconozca estatuto científico; aunque la utilización del término estándar cause cierta confusión. Por ejemplo, en el mismo párrafo en el que sostiene que el programa de Marx "responde a las definiciones estándar de ciencia social", un poco más adelante también reconoce y afirma: "debo aceptar que sólo se habla por el momento de los dos primeros [criterios de demarcación] en la epistemología estándar".[3] Hay aquí, evidentemente, algo que no marcha bien: si a) la ciencia estándar no convalida ningún tercer criterio de demarcación, y b) la existencia de tal criterio es necesaria para aceptar la plena cientificidad del programa de Marx; resulta entonces c) que bajo estos presupuestos la obra de Marx no responde a los criterios estándar de ciencia. Que Dussel considera indispensable establecer un tercer criterio de demarcación para legitimar la validez científica del programa de Marx se ve confirmado en una nota al final de texto (la número 24), donde escribe: "Por lo general, el psicoanálisis, el marxismo, la pedagogía de la educación de Paulo Freire, y otras ciencias humanas o sociales críticas no son consideradas ciencias por epistemólogos (como Popper), psicólogos o psiquiatras, economistas (neoclásicos) o psicopedagogos (de la tradición de Piaget), etcétera. Quiere decir que de hecho se está usando un cierto "criterio de demarcación" desde el cual puede juzgarse a dichas "pretendidas" ciencias humanas o sociales críticas como pseudociencias.[4] " Carezco de la formación suficiente en psicoanálisis o pedagogía como para poder juzgar sobre su carácter científico o pseudocientífico; pero conozco lo suficiente de marxismo como para poder afirmar que el programa científico de Marx encaja perfectamente dentro de los parámetros de cualquier epistemología moderna, incluida Dicho esto, conviene aclarar que en modo alguno me considero epistemológicamente popperiano: simplemente creo que las criticas que se le han formulado al marxismo (con justicia o sin ella) en el terreno de la explicación científica y la validación del conocimiento deben ser contestadas en ese mismo terreno, y no, como hace Dussel, desplazando la discusión hacia el campo de lo ético-valorativo. Las criticas de Popper a Marx forman parte de la porción más pobre y oscura de su producción: tienen mucho más que ver con su papel de "cruzado de la guerra fría" que con su calidad de científico. Y las muchas sandeces que escribió respecto a Marx y el marxismo no invalidan necesariamente sus contribuciones en otros terrenos, muy especialmente en el de la epistemología, dentro del cual ha escrito una obra sin dudas importante.[7] La propuesta de Dussel intenta, si no lo comprendo mal, realizar una defensa del carácter científico del programa de investigación de Marx. Esta tarea es necesaria, en especial cuando, como en los últimos años, la crítica (muchas veces insulsa –aunque no siempre–) y la denuncia del marxismo se ha convertido en una especie de moda. Sin embargo, resulta imprescindible ser cuidadosos en lo tocante a las bases sobre las que construimos tal defensa. Estoy de acuerdo con la intención de Dussel –reafirmar el carácter científico del programa de Marx–, pero disiento respecto a los presupuestos sobre los que funda tal defensa. Veamos las cosas un poco más de cerca. Creo que la propuesta de Dussel nos coloca ante dos alternativas: o bien el programa científico de Marx no necesita, para ser reconocido como tal, de ningún tercer criterio de demarcación (y en consecuencia no se entiende bien el objetivo del artículo); o bien el reconocimiento de la cientificidad de obras como El Capital requiere de la clara distinción entre ciencias sociales funcionales y críticas, distinción que necesita de un nuevo criterio de demarcación evidentemente no están-dar. Demás está decir que si aceptamos esta segunda posibilidad, el reconocimiento del estatuto científico de la obra de Marx depende de la aceptación del tercer criterio de demarcación; razón por la cual quienes no lo acepten estarían rechazando ipso facto el carácter científico del programa de Marx. Cierto es que en los tiempos que corren muchos son los empeños por desterrar de las ciencias sociales todo vestigio de marxismo. Pero no hay motivos para alarmarse en exceso: se trata de una ofensiva de carácter más ideológico que científico. Por otra parte, un número considerable de las producciones más importantes dentro de las ciencias sociales actuales son perfectamente compatibles con los postulados teóricos de Marx (aunque suelen llevarse de patadas con el marxismo vulgar, al que desgraciadamente seguimos padeciendo), incluso cuando muchos de estos autores creen estar refutando al autor de El Capital (por lo general no hacen sino refutar las viejas y simplistas versiones del marxismo dogmático). Por ejemplo, las obras de Anthony Giddens o Michael Mann no son en modo alguno antimarxistas (aunque diversos autores marxistas podrían tener diferencias, incluso serias, con muchas de sus tesis; ¿pero acaso no existen entre quienes se consideran seguidores de Marx profundas diferencias sobre puntos cruciales?). Igualmente, la defensa epistemológica del sistemismo llevada a cabo por Mario Bunge puede ser perfectamente aceptada por epistemólogos marxistas (con matices aquí o allá)[8] . De hecho, las tesis principales de Bunge constituyen una de las más modernas, sólidas, sofisticadas y, pese a ello, increíblemente claras defensas del materialismo, la razón, la permanente movilidad y mutabilidad de las cosas, la legalidad de los cambios, la necesidad de procurar un conocimiento científico, etcétera; todos componentes reconocibles en la obra de Marx. Del estatuto científico de la obra de Marx da fe la enorme influencia que ha ejercido (y sigue ejerciendo) sobre filósofos, historiadores, economistas, antropólogos, sociólogos, geógrafos y politólogos. Marx es un "clásico" de las ciencias sociales, y este hecho no puede ser discutido seriamente por nadie. Como muestra bastan algunos ejemplos: las opiniones de tres científicos sociales tan serios y destacados como insospechados de "marxismo". Nos referimos a Schumpeter, Raymond Aron y Max Weber. Para el primero Marx era uno de los "diez grandes economistas", y Raymond Aron manifestó alguna vez que personalmente estaría de acuerdo "con Schumpeter, quien comentó en alguna de sus obras –él, que no era marxista–, que todos los que escriben acerca de la sociedad desearían tener el mismo coeficiente de previsiones realizadas que Marx, porcentaje excepcionalmente favorable, aun cuando no excluye un número sustancial de errores". Finalmente, Max Weber, en una conferencia famosa, le reconoció calidad científica ya no a las páginas de El Capital, sino a un breve escrito considerado por muchos como un (eso sí, brillante) panfleto: el Manifiesto del Partido Comunista. Por lo tanto, estoy convencido que el programa de Marx no necesita de ningún tercer criterio de demarcación para ser aceptado. Ética y epistemología Con todo, hay otro aspecto importante desarrollado en el trabajo de Dussel: se trata del esfuerzo por colocar en un lugar central el problema de Hasta aquí no tengo ninguna objeción seria; me limito a formular una aclaración: que una teoría resulte crítica no convalida, mecánicamente, la necesidad de establecer ningún criterio especial de demarcación. Luego continúa Dussel: "la "negatividad" de la que hablamos, en primer lugar, es el "no-poder-vivir" de los oprimidos, explotados, de las "víctimas"". Mientras que la condición de materialidad no plantea ningún inconveniente, no ocurre lo mismo con la de "negatividad". La noción de "negatividad" proviene de la filosofía especulativa, y no me resulta claro cómo podría ser convertida en un concepto científico preciso. En principio, el "no-poder-vivir" de los oprimidos no puede ser interpretado en sentido literal: las sociedades de clase han fundado su existencia en que los explotados y oprimidos sí han podido vivir como tales y, gracias a ello, "mantener" a las clases dominantes. Pese a todo, no es esto lo más importante. Porque en realidad Dussel introduce otro elemento para considerar crítica a una ciencia social. Veamos. Crítica es una teoría científico-social no sólo por la posición teórica de lo negativo-material, sino –y esto es constitutivo de la crítica (criterio de demarcación, entonces)– por el "ponerse de parte" efectiva y prácticamente "junto" a la víctima [...][10] El problema que aquí se plantea es si el ""ponerse de parte" efectiva y prácticamente "junto" a la víctima" resulta compatible o incompatible con la objetividad científica y, en segundo término, si aceptar que no existe tal incompatibilidad justifica el establecimiento del famoso tercer criterio de demarcación. Anotemos, antes de seguir adelante, que Dussel formula dos preguntas que son en realidad muy distintas como si fueran dos formula-ciones del mismo interrogante: primero "¿es posible una ciencia humana o social crítica", segundo "¿la criticidad se opone a la cientifici-dad?".[11] A ambos interrogantes responde de manera afirmativa. ¿Pero cuáles son las diferencias que visualizamos en estos dos interro-gantes que parecen idénticos? Mientras que responder afirmativamente a la primer pregunta supone aceptar la existencia del tercer criterio de demarcación, no ocurre lo mismo con Es cierto que un científico crítico estaría más dispuesto que uno funcional a visualizar ciertos aspectos de la vida social (como la explotación). Pero eso es todo. Un científico que desconozca el fenómeno de la explotación en las sociedades contemporáneas en una investigación, por poner un ejemplo, de economía, se está colocando, en los hechos, en el terreno de Por otra parte, Dussel no establece criterios claros que nos permitan determinar el mayor o menor grado de objetividad, la mayor capacidad explicativa, de las distintas teorías pertenecientes a las ciencias sociales funcionales o críticas. Esto es abrir puertas demasiado grandes al relativismo, puesto que no se sabe con qué criterio debemos evaluar la carga explicativa de una teoría, debiendo optar entre una u otra por razones morales o éticas, más que por la capacidad explicativa que detentan. Aceptar esta postura supone hacer concesiones excesivas e innecesarias al relativismo, puesto que las teorías críticas y funcionales podrían ser las unas tan válidas como las otras. Si bien es cierto que, sobre todo en ciencias sociales, resulta sumamente difícil probar la veracidad de una teoría (y nunca hay un único paradigma teórico), así como separar el grano científico de la paja (valga la expresión) ideológica, la solución a este problema no radica en hacer de la necesidad virtud, diluyendo las fronteras entre ciencia e ideología. En todo caso, no es lo que hizo Marx, en quien se ampara Dussel. Marx no sostenía que las teorías de Ricardo o Smith eran igual de verdaderas, objetivas o correctas que Dussel pretende establecer como límite, como franja de demarcación entre la ciencia social crítica y la funcional, el reconocimiento de la explotación, de las causas de la miseria de los obreros ("hecho oculto a la observación de los científicos estándar"). Esto me parece muy simplista. Un sociólogo o historiador que se encargue de explicar minuciosamente los mecanismos de extracción de plusvalía y, al mismo tiempo, considere que la explotación es socialmente necesaria para garantizar el progreso económico o que (al menos por el momento) no puede ser eliminada, ¿es crítico o es funcional? Marx y el tercer criterio de demarcación Dussel cita un extenso pasaje de Marx en el que –sostiene– "se encuentra definido expresamente el "tercer criterio de demarcación"".[12] Lo transcribo íntegramente porque no hallo en dicho pasaje ningún elemento que justifique esta afirmación (más bien todo lo contrario): Era evidente que puesto que el mismo desarrollo real que daba a la economía burguesa esa expresión implacable, a saber: la contradicción entre la creciente riqueza de la nación, en Inglaterra, y la creciente miseria de los trabajadores, y puesto que, además, estas contradicciones presentaban en la teoría de Ricardo, etcétera, una expresión teóricamente palmaria aunque inconsistente era natural, que los espíritus que se ponían de parte del proletariado captasen la contradicción ya teóricamente puesta en claro por ellos. El Como primera medida debo declarar que no veo ningún motivo para sostener que en este párrafo "se encuentra definido el tercer criterio de demarcación". Lo que hace Marx es mostrar cierta inconsistencia, cierta contradicción en las formulaciones de la teoría política clásica (algo que los científicos practican a diario, criticándose unos a otros), e inclusive reconoce que Ricardo (quien no tenía nada de socialista, pero sí, y mucho, de seriedad científica) había dado una expresión teóricamente palmaria, aunque inconsistente, del problema en cuestión. En consecuencia, no fue necesario ningún "ponerse de parte" para captar la contradicción entre la riqueza de la nación y la pobreza de los obreros. Por otra parte, fundar el supuesto tercer criterio de demarcación en este párrafo es cuando menos temerario, puesto que ciertas afirmaciones del mismo se contradicen con otras consideraciones de Marx, quien va a negar expresamente que el capital sea una estafa y que "el trabajo lo es todo". Es indiscutible que frases por el estilo poseen una carga moral (o, como prefiere Dussel, ética) y una capacidad de impacto político considerable. Pero Marx siempre prefirió la precisión y la rigurosidad científicas por sobre el efectismo político. En 1875 (es decir, más de una década después de la redacción del párrafo anterior) Marx sometería a crítica una afirmación del Programa de Gotha del Partido Obrero Alemán, la cual rezaba: "El El trabajo no es la fuente de toda riqueza. La naturaleza es la fuente de los valores de uso [...], ni más ni menos que el trabajo [...]. Los burgueses tienen razones muy fundadas para atribuir al trabajo una fuerza creadora sobrenatural; pues precisamente del hecho de que el trabajo está condicionado por la naturaleza se deduce que el hombre que no dispone de más propiedad que su fuerza de trabajo tiene que ser necesariamente, en todo estado social y de civilización, esclavo de otros hombres, quienes se han adueñado de las condiciones materiales de trabajo. Y no podrá trabajar, ni, por consiguiente, vivir, más que con su permiso.[14] Igualmente, Marx rechazó explícitamente que el capital sea simplemente una estafa hecha al obrero. Escuchemos las críticas que, al respecto, formulara a las concepciones de Adolph Wagner (en 1879-80): "Sustracción al obrero", dice él [Wagner]; no sabemos si se refiere a la sustracción del pellejo o a qué. Ahora bien, yo no presento la ganancia del capitalista solamente como una sustracción o un "robo" cometidos contra el obrero. Por el contrario, considero al capitalista como un funcionario indispensable de la producción capitalista y demuestro bastante minuciosamente que no se limita a "sustraer" o "robar", sino que lo que hace es extorsionar la producción de plusvalor; es decir, que ayuda a crear ante todo aquello que ha de "sustraer"; y demuestro también, por extenso que incluso en el cambio de mercancías se cambian solamente equivalentes y que el capitalista –siempre y cuando que pague el valor real de su fuerza de trabajo– tiene pleno derecho –dentro naturalmente, del derecho que corresponde a este modo de producción– a apropiarse el plus-valor. Pero todo esto no convierte la "ganancia del capital" en "elementos constitutivos" del valor, sino que demuestra simplemente que en el valor, no "constituido" por debajo del capitalista, hay una parte que éste puede apropiarse "legalmente", es decir, sin infringir el derecho que corresponde al cambio de mercancías".[15] Dussel realiza una lectura ética de la obra de Marx.[16] Y esto es, debo reconocerlo, una cuestión importante. La moral y la ética han sido una especie de "agujero negro del marxismo", dentro del cual –con pocas excepciones– siempre se las subestimó o ignoró abiertamente. Hace ya algunos años E. P. Thompson llamó la atención sobre este descuido, y su fraternal reprimenda no estaba exenta de justificación. Si bien los caminos de Thompson y Dussel son muy distintos –e inclusive mantienen entre sí importantes diferencias respecto a la materia que estamos tratando–, encuentro un significativo –y acaso extraño– paralelismo entre ambos. Tanto Thompson como Dussel arremeten contra el lánguido cientificismo que ha imperado en el marxismo por varias décadas (el primero en el terreno de la historio-grafía; el segundo en el campo de la filosofía); pero lo hacen torciendo en exceso la vara en el sentido inverso. Su rechazo al cientificismo objetivamente se realiza a costa de un deslizamiento hacia un moralismo subje-tivista que tiende a descuidar la necesaria rigurosidad científica en favor de las connotaciones éticas de un pensamiento o una teoría. Desde luego que existe entre ambos autores una diferencia considerable en este terreno. Mientras que para Thompson resulta evidente que ni Marx ni Engels nos legaron una ética, Enrique Dussel sostiene, a la inversa, que "El Capital es una ética"[17] Dicho en otras palabras: Thompson halló en la obra de Marx un gran ausente, la ética; Dussel, por el contrario, pretende que es posible realizar una lectura ética de El Capital. El intento de Dussel por dotar al marxismo de una ética me parece elogiable y casi sin precedentes: a excepción de Su moral y la nuestra, de Trotsky, prácticamente no existen antecedentes de un intento semejante. Como ha indicado Perry Anderson, "es importante señalar que tanto Lukács como Sartre planearon escribir grandes obras de ética, pero siempre abandonaron o pospusieron el proyecto [...]".18 Ahora bien, si estoy de acuerdo con Dussel en la necesidad de defender el carácter científico del programa de investigación de Marx, y me parece interesante y correcto desarrollar una ética marxista (o cuando menos compatible con el materialismo histórico); no estoy de acuerdo con él cuando pretende que tal defensa y tal desarrollo se realicen a expensas de confundir lo específi-camente científico-explicativo con aquello específicamente ético-político. La grandeza de Marx radica, en buena medida, en que no fue simplemente un científico (brillante) o un político (revolucionario): fue ambas cosas a Es importante que se nos muestren las connotaciones éticas que pueden ser descubiertas en El Capital; pero me parece indiscutible que tales connotaciones son más implícitas que explícitas, y que no estuvieron en el centro de las preocupaciones de Marx. De hecho tanto Engels como Marx criticaron –con buenas razones– el "socialismo ético" de los utopistas de su época. Es cierto que en los escritos de Marx (no tanto en los de su amigo) parece haber una especie de fuerza reprimida que pugna por salir a la superficie: aunque fundó sus convicciones socialistas revolucionarias en el conocimiento y en el "descubrimiento científico" Si en el siglo pasado Marx y, especialmente, Engels lanzaron una andanada de punzantes críticas contra el "socialismo ético", ello se debió no tanto a que quisieran desterrar del socialismo toda dimensión ética y/o utópica (de hecho ambos mostraron los aspectos positivos de sectas moralistas utópicas como la de los anabaptistas), sino a que debían combatir a las concepciones que procuraban alejar al socialismo (y a la clase obrera) de la política y la lucha de clases. Esto dio al pensamiento de Marx un cierto lustre anti-ético y anti-utópico. En el marxismo posterior este lustre se profundizaría con el rechazo de Lenin y Rosa Luxemburgo (entre otros) del socialismo reformista de Bernstein o Hardie, quienes pretendían complementar al marxismo con la ética kantiana. Resulta conveniente, en consecuencia, volver a plantear la existencia de una dimensión ética (y de una dimensión utópica) dentro del marxismo; pero debemos cuidarnos de no convertirla en un nuevo fetiche, y de colocarla donde no corresponde. Es evidente que existen científicos (y teorías) que resultan en mayor o menor grado críticos o funcionales. Pero esto no convalida el establecimiento de un tercer criterio de demarcación, de la misma manera que la existencia de científicos que adhieren a perspectivas estructura-listas, en un caso, e individualistas, en el otro, no es razón para que distingamos entre ciencias sociales estructural-objetivistas e individual-subjetivistas. Si observamos bien, los dos primeros criterios (y los únicos hasta ahora aceptados) se fundamentan en el conocimiento y, más precisamente, en la metodología con la cual lo obtenemos. Aunque hay muchas discusiones al respecto, resulta bastante transparente que son ciertas características metodológicas las que permiten diferenciar al conocimiento científico de Ahora bien, el tercer criterio de demarcación de Dussel carece de connotaciones metodológicas y no resultan del todo claras sus relaciones con el conocimiento18 . Más bien tiene una base ética; y la ética, si bien no es ajena a la ciencia (como nada es ajeno a nada dentro de un mundo conformado como sistema), en modo alguno constituye el centro de las preocupaciones de Para que se entienda bien lo que intentamos decir vamos a poner un ejemplo. Un partido revolucionario es una agrupación libre de sujetos que se proponen tomar el poder y transformar radicalmente el orden social. Este es el objetivo principal de una organización revolucionaria, y la preocupación primera de cada uno de sus miembros. Sin embargo, sería ingenuo creer que las personas sólo se incorporan y permanecen dentro de una organización revolucionaria por la única y exclusiva razón de ver realizados sus sueños políticos: habrá quien busque (consciente o inconscientemente) un espacio de contención afectiva; habrá quien se incorpore por aventureris-mo; habrá quien procure reconocimiento personal; habrá quien disfrute de (y quiera mantener) una cuota de poder; habrá quien se incorpore por oportunismo. Inclusive todas y cada una de estas motivaciones pueden combinarse de maneras diferentes y en disímiles proporciones en cada uno de los sujetos. Pero lo que convierte a una persona en un revolucionario, y lo que distingue a un partido revolucionario auténtico, es que el objetivo central (hacer la revolución) se impone sobre los restantes. De la misma manera, lo que distingue a un científico auténtico, y a la ciencia en general, es la búsqueda apasionada de la verdad; por más que esta búsqueda se vea acompañada por intereses políticos, contaminada por prejuicios o condicionada por el contexto social. En el artículo de Dussel es posible apreciar un desplazamiento en un sentido por completo diferente: pretende introducir un criterio valora-tivo (ético) en el núcleo de una actividad (la científica) cuyo objetivo es el conocimiento verdadero. Por momentos inclusive Dussel se aproxima a plantear que la capacidad explicativa de una teoría se encuentra en relación directa con El que "se pone de parte" de la víctima sufre persecución; es hecho objeto de represión. Sólo el que se "compromete" de esta manera libera su razón para poder innovar la "explicación" científico social de las "causas" del dominado como alienado. Sólo el que "sufre-con" (compasión) la víctima tiene la perspectiva adecuada, es lo suficientemente "inteligente" como para conceptualizar "la contradicción ya teóricamente puesta en claro por ellos" (los científicos sociales funcionales [...]), de la "expresión implacable"–cínica– expresada "sin conciencia".19 Personalmente siento la mayor de las estimas por los intelectuales que se ponen de parte de los oprimidos –intento, de hecho, ser uno de ellos–, pero no considero que esta toma de partido sea en principio favorable o desfavorable para el desarrollo de un pensamiento científicamente riguroso. Ha habido casos en los que el compromiso político fungió como un acicate para desarrollar un pensamiento audaz, para descubrir nuevos problemas, o para presentar mejores soluciones a problemas viejos; pero no han faltado los casos, ciertamente, en los que el partidismo político sirvió para abordar el conocimiento de la realidad con respuestas conocidas de antemano, desconocer despreocupadamente los aportes de autores "burgueses", o subordinar el conocimiento científico a la defensa e ilustración de las líneas políticas de turno. En la nota 2, al final del trabajo, Dussel, refiriéndose a la ya vetusta distinción entre "ciencia burguesa" y "ciencia proletaria", comenta: "así planteada la pregunta es incorrecta en su formulación, pero no en su intención, que es lo que ahora subsu-mimos desde otro horizonte episte-mológico más preciso". No puedo más que rechazar con energía esta clase de concepciones, sea en su formulación o en su intención. Ambas suponen que el grado de objetividad, la veracidad de una teoría, depende principalmente del punto de vista ético-político que la sustenta (o que parece sustentarla, puesto que las teorías científicas son en principio independientes de lo ético-político). Pocas cosas hubo tan intelectualmente nocivas como la creencia en que podía existir una "ciencia proletaria", no solo distinta sino también superior a la "ciencia burguesa". La ciencia se ocupa del conocimiento verdadero (en un sentido relativo y no absoluto de lo verdadero); y la verdad no tiene dueño. La única manera de juzgar a una teoría o hipótesis científica es por su coherencia interna, su sustentación en evidencias intersubjetivamente compro-bables, y su capacidad explicativa y/o predictiva. Ningún criterio ético puede colocarse por encima de esto, por lo menos en tanto y en cuanto nos atengamos al conocimiento científico; tarea enormemente compleja que constituye, después de todo, nada más que una pequeña porción de las múltiples manifestaciones de la praxis humana. Colocar a la ética en el núcleo –es decir, como criterio de demarcación– del conocimiento científico me parece absolutamente injustificado (lo cual no es lo mismo que negar que los científicos deberían preocuparse por la ética). Sin embargo, estoy convencido de que el marxismo debe colocar a la reflexión ética en un lugar mucho más importante del que tradicionalmente ha tenido; y esto es algo, creo, a lo que nos conmina Dussel. Pero debemos tener presente que el marxismo no es sólo una ciencia o sólo una política: es la conjunción (no confusión) de una filosofía, una ciencia y una política. Y la unión de estos tres elementos no invalida, sino que más bien presupone, su respectiva especificidad. [1] Ariel Germán Petruccelli es profesor de historia graduado en la Facultad de Humanidades de la Universidad del Comahue, Neuquén, Argentina. Ha publicado el libro Ensayo sobre la teoría marxista de la historia, Buenos Aires, Ed. El Cielo por Asalto, 1998, además de artículos en diversas revistas. Es integrante del Consejo de Colaboradores de Herramienta. El presente trabajo contó con la colaboración de Zoilo Achával y Marcelo Claros, también miembros del Consejo de Colaboradores de Herramienta. [2] Dussel, Enrique, "El programa científico de Carlos Marx (ciencia social funcional y crítica)", Herramienta Nº 9, Bs. As., otoño de 1999, pág. 99. [3] Ídem., pág. 99. [4] Ídem., pág. 115. [5] Gómez, Ricardo, Neoliberalismo y seudo-ciencia, Bs. As., Lugar Editorial, 1995, cap. IV. [6] Klimovsky, Gregorio, "Crítica a las objeciones de Popper al materialismo histórico", en F. Schauster (comp.), Popper y las ciencias sociales, 2 vols., vol. II, Bs. As., Centro Editor de América Latina. [7] Claros, Marcelo, en una comunicación perso-nal, ha señalado –a mi juicio con toda razón– que Dussel se empeña en una cruzada contra la concepción epistemológica de Popper, concep-ción que en modo alguno es hegemónica y que, por el contrario, ha sido objeto de fuertes críticas en la actualidad, como por ejemplo las prove-nientes de la epistemología de inspiración lakatosiana, a [8] Dussel, Enrique, "El programa...", pág. 103. [9] Ídem., pág. 104. [10] Ídem., pág. 100. [11] Ídem., pág. 103. [12] Marx, Karl, Manuscritos de 1861-63, Cuaderno XIV, pág. 1390 (citado por Dussel, Ídem., pág. 103). [13] Marx, Karl, Crítica del programa de Gotha, Ediciones en Lenguas Extranjeras, Pekín, 1979, pág. 9-10. [14] Marx, Karl, Notas marginales al «Tratado de economía política» de Adolph Wagner, PyP, México, 1982, págs. 36 y 37. [15] Lectura desarrollada a lo largo de una serie de obras como Filosofía de la liberación (1973), La producción teórica de Marx. Un comentario a los Grundrisse (1985), Hacia un Marx desconocido. Un comentario a los manuscritos del 61-63 (1988), El último Marx (1863-1882) y la liberación latinoamericana (1990). [16] Dussel, Enrique, El último Marx (1863-1882) y la liberación latinoamericana, Siglo XXI, México, 1990, pág. 429-449. [17] Anderson, Perry, Teoría, política e historia, un debate con E. P. Thompson, Siglo XXI, Madrid, 1985, pág. 108. Disponible en: http://www.herramienta.com.ar/modules.php?op=modload&name=News&file=article&sid=181 Enrique Dussel y el tercer criterio epistemológico de demarcación: Contraréplica Ariel Germán Petruccelli ¿Qué estamos debatiendo? En mi primer artículo afirmé que Dussel parecía creer que el programa científico de Marx necesita de un nuevo criterio epistemológico de demarcación para que se acepte plenamente su estatuto científico. Enrique Dussell sostiene, en su respuesta («Sobre el concepto de "ética" y de ciencia "crítica"»), que "no es esa Con esta frase Dussel intenta hacer a un lado los argumentos con los que le señalaba que aún siguiendo los criterios de la epistemología standard no existen razones serias para poner en duda la cientificidad del programa de Marx. Dussel ya no dice (porque creo que sí es lo que afirmaba en su artículo inicial) que la cuestión sea que sin el tercer criterio no se puede aceptar el carácter científico del programa de Marx: afirma que sin ese criterio no puede ser comprendido cabalmente este programa. Sin embargo sigo pensando que sí es esa En mi primer artículo insistí en que el marxismo no era meramente una determinada teoría científica. Sostuve que el marxismo es la conjunción de una concepción (filosófica) del mundo, una teoría científica y una práctica política (revolucionaria). Es decir que la obra de Marx excede bastamente su propio programa científico. En pocas palabras: mientras que yo intentaba (e intento) comprender al marxismo como una totalidad articulada, dentro de la cual cada parte posee su propia especificidad y resulta irreductible a las otras; Enrique Dussel, por el contrario, pretende subsumir todas y cada una de estas partes en un único todo homogéneo, y otorgarle a esa totalidad pleno carácter científico. Este fue, dicho sea de paso, uno de los objetivos del DIAMAT. Es indiscutible que el conjunto de la obra de Marx posee un claro carácter crítico: Marx quiere entender al capitalismo para destruirlo; así como mostrar que, bajo el dominio del mismo, los ideales de igualdad, libertad y fraternidad son mero papel mojado, fantasías piadosas. Sin embargo, sus tesis e hipótesis científicas pueden ser evaluadas siguiendo los criterios habituales de contras-tación, verificación y evaluación científica. Estas tesis pueden no ser del agrado de los capitalistas, y pueden ser también el estandarte de los trabajadores; pero su corrección o incorrección (su veracidad) es independiente de a quienes agrada o desagrada. No pongo en dudas que Marx cuestionara éticamente al capitalismo: lo único que afirmo es que, en su análisis del mismo, este juicio no cumple ningún papel clave. Si el objetivo de Marx fuese meramente la condena ética del orden del capital, se hubiera quedado conforme con la sentencia de Proudhon: "la propiedad es un robo". Pero Marx no se conformó con ello. Fue mucho más allá. Indagó cómo funciona el sistema capitalista de producción, y procuró entrever la existencia de fuerzas internas a ese sistema que podrían conducirlo a la destrucción y superación por parte de un nuevo sistema socialista. Creo que Marx poseía ciertas concepciones éticas (aunque probablemente se hubiera negado a reconocerlo). Pero su objetivo no era el enjuiciamiento ético del capitalismo: su obsesión era mostrar que el capitalismo podía y debía desaparecer, y que ese sistema había creado las bases materiales sobre las que montar una sociedad sin explotación ni alienación. Desde el punto de vista de la ética la historia de la humanidad (por lo menos la de los últimos 5000 años) se presenta como un perenne sin sentido: hombres que se matan, explotan y engañan entre sí; una eterna negación de las máximas éticas. Por eso a Marx no le interesaba juzgar a los hombres ni, principalmente, a las sociedades, desde las alturas de Aunque la motivación principal de Marx para estudiar el funcionamiento del sistema capitalista fuera contribuir a destruirlo, y aunque éticamente lo condenara, lo esencial (desde el punto de vista epistemo-lógico) es que, en sus investigaciones, el autor de El Capital se conduce rigurosamente dentro de los parámetros científicos. Los epistemó-logos funcionales que quieran poner en cuestión la cientificidad de las investigaciones de Marx no pueden contentarse con el descubrimiento de algún juicio de valor o de alguna sentencia ética dentro del corpus de sus escritos: deben demostrar que Marx no respeta los principios metodoló-gicos propios de En síntesis, defiendo que a) la obra de Marx es claramente crítica y b) que tal criticidad no es incompatible con la cientificidad, pero c) la validez de las tesis científicas es independiente de los objetivos críticos de Marx y, d) no se requiere de ninguna metodología especial para evaluarlas; lo cual es fundamental porque, e) los criterios epistemoló-gicos de demarcación poseen una base de sustentación esencialmente metodológica (el método científico). ¿Qué función cumplen los criterios epistemológicos de demarcación? Los criterios epistemológicos de demarcación cumplen un rol muy preciso, no "demarcan" cualquier cosa. Es evidente que, allí donde establecemos diferencias entre dos o más objetos, elementos, conceptos, métodos, etc., estamos utilizando algún criterio de "demarcación" (por ejemplo cuando distinguimos entre física y biología, entre teorías de macro y micro nivel, o a una sociedad capitalista de una feudal) Pero, desde luego, no se trata aquí de ningún criterio epistemológico de demarcación. Los criterios epistemológicos de demarcación procuran especificar qué es la ciencia, y diferenciarla de aquello que no lo es. Las distintas concepciones y teorías científicas, más allá de todas las diferencias que puedan tener, comparten un cierto campo común. Y lo que distingue a una teoría científica de las actividades no científicas o pseudo científicas es cierto conjunto de criterios metodológicos. La utilización de una metodología científica permite diferenciar a la ciencia de la no ciencia. La necesidad del establecimiento del llamado primer criterio epistemoló-gico de demarcación, en consecuencia, se explica por sí sola. Ahora bien, ¿por qué fue establecido también un segundo criterio de demarcación? La razón está en que hubo pensadores que sostenían que no es posible un estudio científico de lo social. Y si a las sociedades humanas se las quiere analizar siguiendo estrictamente los criterios propios Como está claro, los criterios epistemológicos de demarcación tienen que ver con el conocimiento científico y con las metodologías inherentes a los mismos. Un tercer criterio sólo sería necesario, por ende, si las teorías críticas utilizaran una metodología no contemplada por la epistemología standard. Pero mi argumento es que los desarrollos científicos de Marx no violan ninguna metodología standard, y, en consecuencia, que no necesitan de ningún nuevo criterio para validar su cienti-ficidad. En mi artículo acepté (y sigo aceptando) que existen científicos críticos (de hecho, sostuve y sostengo, intento ser uno de ellos); pero insisto en que ello no convalida el establecimiento de ningún nuevo criterio de demarcación, ni otorga a los "críticos" ningún privilegio metodo-lógico: la validación de cada tesis o teoría no puede estar protegida por ningún paraguas ético, todas y cada una deben ser evaluadas siguiendo los criterios de la llamada epistemología standard.1 Nuevos paradigmas y tercer criterio de demarcación Dussel no responde a esta crítica. Su argumento es que la especificidad de las ciencias sociales críticas radica en que "[el] "descubrimiento" de los "hechos", invisibles, ocultos para el capitalista cotidiano y para los científicos funcionales al sistema (como en el caso del funcio-nalismo de T. Parsons) presupone una opción "ética" que "abre" un nuevo campo de observación". Por lo tanto, las ciencias críticas permitirían "abrirse a «nuevos hechos todavía no-observados», desarrollar un nuevo paradigma [...], implementar un nuevo programa de investigación".2 Pues bien, este argumento parte de un hecho correcto, pero saca una conclusión incorrecta. El hecho correcto es que cada nuevo paradigma (o programa de investigación) suele permitir ver nuevos "observables"; de hecho cada revolución científica permite "ver" lo que era invisible para los anteriores paradigmas.3 Pero la conclusión incorrecta es que esta posibilidad de ver lo que para otras teorías resultaba inobservable requiere el establecimiento de un nuevo criterio de demarcación. Si así fuera, cada revolución científica, cada nueva teoría, requeriría de su propio nuevo criterio epistemológico de demarcación: los criterios, en consecuencia, se multiplicarían al infinito. Por otra parte, es discutible que la explotación resulte inobservable para los científicos estándar. En mi opinión, negar la existencia del plustrabajo, por ejemplo, es algo más propio de la pseudo ciencia apologética que de la verdadera cientiicidad. Dussel dice que las ciencias funcionales "se sitúa[n] en un nivel "superficial", del sentido común en cuanto a su comprensión del mundo y motivaciones o intereses, y por ello no pueden llegar al nivel "profundo", "oculto" ...". Este juicio me parece un tanto superficial (por lo menos no vale para todos los científicos "funcionales"). Pero supongamos que efectivamente las ciencias "funcionales" permanecieran en el plano del sentido común, sin adentrarse en los niveles profundos ¿para qué necesitaríamos, si tal fuera el caso, de un nuevo criterio de demarcación? Sería suficiente con mostrar la superficialidad de esas teorías y proponer explicaciones mejores. Sólo necesitaríamos de un nuevo criterio episte-mológico si los hechos "ocultos" a los que se refieren las ciencias "críticas" se hallasen tan "ocultos" que no puedan ser validados presentando pruebas. Pero si este fuera el caso mucho me temo que una teoría crítica tal se está colocando, de hecho, del lado de la pseudo ciencia. Por fortuna, desde luego, no es este el caso de Marx, quien habitualmente presenta las pruebas correspondientes para validar sus afirmaciones. Algunas ambigüedades Hay otros problemas que abordar. Las definiciones de estándar y de "crítico" que utiliza Dussel me parecen ambiguas. Dussel sostiene que el carácter crítico está dado por el "ponerse de parte, prácticamente, de los oprimidos, de las víctimas".4 Pues bien, esto implicaría, me parece, que las ciencias funcionales deben tener, en su definición, la característica de ponerse de parte de los opresores. Pero resulta indiscutible que un número incontable de científicos sociales se dedican a investigar sin ponerse de parte prácticamente ni de los opresores ni de los oprimidos.5 Estudian a las sociedades y se dedican poco y nada a También el concepto de funcional es ambiguo. ¿Supone la intencio-nalidad subjetiva de servir a una causa? ¿O simplemente implica la función objetiva que una teoría cumple para fortalecer o debilitar un orden social? Aquí las cosas son particularmente complicadas porque las intenciones pueden ser contrarias a los efectos objetivos que cumple una teoría tal. Hay quienes argumentaron, por ejemplo, que los descubrimientos de Marx fueron utilizados para frenar algunas Sobre la ética El aspecto clave de las reflexiones de Dussel es Pero es conveniente preguntarnos por qué sostiene Dussel que la ética no es un juicio de valor. Creo que lo dice porque quiere quitarle todo rastro de subjetividad, de relatividad, de opinión discutible. El juicio de que el capitalista "roba" a los obreros (y, desde luego, que eso está mal) no es un juicio de valor porque "mide o juzga desde la no-vida de la víctima". Ahora bien, ¿Por qué no todos lo aceptan? Si se trata de un absoluto ¿por qué hay quienes lo cuestionan? Dussel quiere establecer un criterio ético absoluto, universal, eterno.6 Personalmente no tengo nada en contra de esta tarea, pero me parece que no hay que colocarla en el centro de la reflexión epistemológica, y que el marxismo necesita, más que una ética eterna, una moral que le permita combatir al capitalismo. Desde el punto de vista ético matar es aborrecible; es quitar a una persona lo más valioso que posee: su vida. Pero en las cosas humanas no optamos entre el mal y el bien absoluto. Elegimos entre males y bienes relativos. Éticamente matar está mal; pero para la moral revolucionaria del marxismo, matar en medio de una insurrección popular está justificado. Así, el marxista aprueba moralmente el uso de la violencia revolucionaria (aunque personalmente pienso que la misma debe desarrollarse dentro de ciertos límites), aunque quizás la repruebe éticamente. De la misma manera, un científico (o cualquier persona) puede aprobar cierta forma histórica de explotación (porque cree que sin ella todos serían más pobres, o porque resulta indispensable para alcanzar ciertos objetivos superiores, etc.), aunque piense que la explotación conlleva algún tipo de injusticia. Dussel distingue entre "a) el robar "dentro" de un sistema o modo de producción [...]" y "b) el "robar" como un juicio "crítico", no sólo intra-sistémico sino trans-sistémico". Este último se trataría de un tipo de juicio "enunciado por un sujeto que se sitúa "fuera" del horizonte del mundo capitalista". Afirma, además, que mis análisis se quedan en el nivel a), y que no puedo ver que lo que es justo para un sistema puede ser injusto para otro. No es así, tengo perfectamente en cuenta esa diacronía dialéctica y no me opongo a que, quien quiera hacerlo, enjuicie éticamente (desde una "posición" trans-sistémica) el orden social que quiera.7 Me limito a decir que no es tarea de la ciencia ese enjuiciamiento: la ciencia explica, no juzga. Y aunque Marx condenara éticamente al capitalismo, se atuvo estrictamente a los criterios habituales de validación del conocimiento para explicar cómo funciona este sistema y cómo y por qué se desarrollan en su interior fuerzas que deberían destruirlo. Y, desde luego, intentó basar su socialismo en el descubrimiento Creo que las reflexiones éticas de Dussel se estudian mejor si se las considera como pensamiento de inspiración marxista que como pensamiento del propio Marx. El Capital no es una ética; aunque en sus páginas podamos encontrar fragmentos con connotaciones éticas (y sea legítimo desarrollarlos). Ahora bien, debo decir, en honor a la verdad, que muchas confusiones sobre el programa científico de Marx se generan porque éste no tenía una única concepción de la ciencia, tenía tres:8 la ciencia como Science, en el sentido hegeliano del desarrollo del ser, claramente metafísica; la ciencia como Kritik, es decir, como crítica de la literatura existente sobre una materia (lo cual es parte de la tarea científica, pero no su totalidad); y la ciencia como Wissenchaft, o ciencia normal. Por lo demás, su obra no es puramente científica (ni sólo ciencia). Los marxistas cientificistas (como Althusser, Colletti, Sollers) al comprender esto se escandalizaron y proclamaron la crisis definitiva del marxismo. El caso de Dussel es opuesto: en lugar de desechar al marxismo porque no es ciencia pura, pretende subsumir la totalidad de los escritos de Marx bajo la categoría de la ciencia (incluyendo las no pocas especulaciones metafísicas en las que solía incurrir, sus juicios éticos o morales, sus opiniones políticas, etc.). Por mi parte pretendo diferenciar el núcleo científico (el programa de investigación) de sus acompañantes metafísicos, políticos, morales, etc.; pero sin arrojar a la basura a estos "compañeros", puesto que, como ya lo dije, en mi opinión (y en ello radica su mayor riqueza), el marxismo es la conjunción de una concepción del mundo, una teoría científica y una práctica política. Porque como ha escrito Manuel Sacristán, "Marx mismo, para quien quiera retratarlo y no hacer de él un súper científico infalible, ha sido en realidad un original metafísico autor de su propia ciencia positiva, o dicho al revés, un científico en el que se dio la circunstancia, nada frecuente, de ser el autor de su metafísica, de su concepción general y explícita de Cuando Dussel afirma que "la «ética» se encuentra [...] 1) como presupuesto del «descubrimiento» del nuevo tema de investigación [...] y 2) como objetivo práctico final del mismo [...]" no estoy en desacuerdo con la literalidad de esa afirmación, pero sí con el sentido que él le da. Si la ética se encuentra "antes" y "después" de la ciencia es evidente que mantiene relaciones con la misma pero que no forma parte de su núcleo, que es lo que he venido sosteniendo. Además, el principio ético, el "ponerse de parte de los oprimidos", puede ser condición para el descubrimiento de nuevos observables, pero no condición necesaria siempre, indispensable. Como muestra basta un botón: Marx elogió sentidamente la honestidad intelectual de Ricardo, quien, llevado por sus investigaciones científicas, llegó a la conclusión de que la propiedad privada terrateniente constituía una traba para el desarrollo de la producción agrícola, a pesar de ser él mismo uno de los más grandes propietarios de tierras de Inglaterra. Sobre algunos textos de Marx y su incorrecta interpretación. ¿Cuál es el objeto de todas estas discusiones? ¿Qué peligro entraña el introducir la ética como criterio científico de demarcación? El problema mayor es que da por descontado lo que debe demostrar: el intelectual crítico tiene garantizada la posibilidad de un conocimiento "profundo", posibilidad negada a los científicos funcionales. Por otra parte, al introducir juicios de valor, sin reconocerlos como tales, en el centro de la actividad científica impide mantener a raya a la propia subjetividad. Desde luego que nuestras convicciones subjetivas más íntimas (políticas, ideológicas, etc.) son inseparables de la búsqueda de un conocimiento objetivo. Pero no debemos hacer de la necesidad virtud. No podemos otorgar a las que son convicciones subjetivas un carácter objetivo; que es lo que hace Dussel al colocar a la ética más allá de los juicios de valor, como un juicio absoluto. Al respecto debe quedar claro que todas las ideologías particulares gustan creerse universales. La discusión sobre la existencia de verdades absolutas es mejor dejarla a los filósofos, los teólogos y los religiosos. Los científicos se ocupan, por el contrario, de las mundanas verdades relativas. En lugar de aceptar que las convicciones ético-políticas pueden tanto ayudar a descubrir nuevos observables como nublar con creencias preconcebidas el conocimiento objetivo de los hechos, Dussel pretende que la subjetividad crítica posee por definición un plus de "profundidad". Y de esta manera quizás sea él la primera víctima de sus concepciones, las cuales le llevan a ver en los textos de Marx cosas que éste no escribió. En vez de la sana desconfianza ante las zancadillas de la propia subjetividad que debe mantener todo científico, Dussel –convencido de la superioridad ética de su posición– parece relajar las "medidas de seguridad" y comenzar a ver en los textos de Marx lo que desearía encontrar, y no lo que éstos dicen. Veamos esto un poquito más de cerca. Para legitimar que Marx se dedica expresamente a condenar ética-mente al capital Dussel recurre a un pasaje en el que aquél hace hablar a un obrero imaginario. Parece ser que es este un pasaje al que Dussel concede gran importancia, puesto que en su El último Marx (1863-1882) y la liberación latinoamericana lo cita cuando menos en dos ocasiones (Pág. 438-9 y 443). Conviene citarlo por extenso, tal y como aparece en dicho libro, en el cual ese pasaje viene asociado a otro fragmento de El Capital, hasta el punto de conformar un solo texto. Las interpolaciones entre paréntesis pertenecen a Dussel y se corresponden con el texto del libro; las interpolaciones entre llaves también pertenecen a Dussel, pero corresponden al texto de su artículo «Sobre el concepto de "ética" y de ciencia "crítica"», y no existen en el texto del libro. Que el valor creado por el uso de aquella [fuerza de trabajo] durante un día sea dos veces mayor que el valor diario de la misma constituye [escribe irónicamente Marx] una suerte extraordinaria para el comprador [capitalista], pero en absoluto una injusticia en perjuicio del vendedor [obrero].10 Diariamente me robas por consiguiente 2/3 del valor de mi mercancía {fuerza de trabajo}. Me pagas la fuerza de trabajo de un día, pero consumes la de tres [...] Bien puedes ser {en el sentido "moral" intra-sistémico} {a} un ciudadano modelo, miembro tal vez de una Sociedad Protectora de Animales y por añadidura vivir con olor de santidad {en la "moral" intra-sistémica}, pero {b} a la cosa que ante mí representas no le late un corazón en el pecho.11 La primer oración tiene que ver con la distinción entre fuerza de trabajo y trabajo, y con la posibilidad de que el valor de los productos creados por la utilización de esa fuerza de trabajo sea mayor (en este caso dos veces mayor) que el valor de Las siguientes oraciones, por el contrario, pertenecen al capítulo en el que Marx discute sobre la duración de la jornada laboral. Allí ya no se trata de la diferencia entre el valor de la fuerza de trabajo y el valor de los productos creados por la utilización de la misma: se trata de la posibilidad de que el capitalista pague por el valor de la fuerza de trabajo de un día pero utilice la de dos (o más); es decir, que prolongue la jornada laboral por encima de lo normal, poniendo en riesgo la reproducción de la fuerza de trabajo (es decir del obrero). Por eso el obrero imaginario de Marx dice "[...] el consumo de la mercancía no pertenece al vendedor que la enajena, sino al comprador que Mediante la prolongación desmesurada de la jornada laboral, en un día puedes movilizar una cantidad de mi fuerza de trabajo mayor de la que yo puedo reponer en tres días. Lo que ganas así en trabajo lo pierdo yo en sustancia laboral. La utilización de mi fuerza de trabajo y la expoliación de la misma son cosas muy diferentes. Si el período medio que puede vivir un obrero medio trabajando racionalmente asciende a 30 años, el valor de mi fuerza de trabajo, que me pagas cada día, es 1 de ó 1/10.950 365 x 30 de su valor total. Pero si lo consumes en 10 años, me pagas diariamente 1/10.950 de su valor total en vez de 1/3.650, y por tanto sólo 1/3 de su valor cotidiano, [y aquí arranca la parte que cita Dussel] y diariamente me robas, por consiguiente, 2/3 del valor de mi mercancía.12 El obrero de Marx no está denunciando éticamente la utilización de su fuerza de trabajo (lo que ya entraña explotación): está reclamando no ser expoliado, que no se lo someta a unas jornada de trabajo tan prolongada que le impida reponer su fuerza de trabajo, y que se le pague íntegramente el valor de su mercancía (y no solamente un tercio).13 En consecuencia, el robo de los 2/3 del valor de la mercancía fuerza de trabajo que el obrero denuncia en la segunda parte, no tiene nada que ver con el valor de los productos, dos veces mayor al valor de la fuerza de trabajo que los produjo, a que se alude en la primera parte. Según Dussel este párrafo contendría la distinción entre los dos tipos de «robo» (intra y trans-sisté-mico), y el obrero imaginario de Marx estaría cuestionando ética-mente a la explotación capitalista. Debería ser, entonces, un obrero revolucionario dispuesto a reclamar la abolición del trabajo asalariado. Pero oigamos lo que dice este mismo obrero en las dos oraciones que siguen a las citadas por Dussel: Lo que parece palpitar en ella no es más que los latidos de mi propio corazón. Exijo la jornada normal de trabajo porque exijo el valor de mi mercancía, como cualquier otro vendedor. Aquí no se trata de la condena ética al capitalismo (condena que acepto y, creo, Marx también aceptaría), puesto que el reclamo del obrero imaginario parte de la aceptación de la legitimidad del intercambio mercantil. Lo que Marx está mostrando es que existe una tendencia propia del capitalismo a aumentar al máximo la jornada laboral, hasta el punto de hacer imposible la reproducción de la fuerza de trabajo. El obrero de Marx no es todavía un obrero revolucionario (aunque tal vez llegue a serlo con el desarrollo de su lucha contra el patrono por la reducción de la jornada laboral), se limita a reclamar una jornada normal de trabajo (digamos de 8 horas). Porque al fin y al cabo el texto de Marx no tiene nada que ver con la ética, sino con algo mucho más prosaico: Dejando a un lado límites sumamente elásticos, como vemos, de la naturaleza del intercambio mercantil no se desprende límite alguno de la jornada laboral, y por tanto límite alguno del plustrabajo. El capitalista, cuando procura prolongar lo más posible la jornada laboral y convertir, si puede, una jornada laboral en dos, reafirma su derecho en cuanto comprador. Por otra parte, la naturaleza específica de la mercancía vendida trae aparejado un límite al consumo que de la misma hace el comprador, y el obrero reafirma su derecho como vendedor cuando procura reducir la jornada laboral a determinada magnitud normal. Tiene lugar aquí, pues, una antinomia: derecho contra derecho, signados ambos de manera uniforme por la ley del intercambio mercantil. Entre derechos iguales decide En el párrafo que Dussel cree ver un enjuiciamiento ético explícito del orden del capital Marx se limita, por el contrario, a exponer una tendencia inherente al capitalismo (la prolongación e intensificación de la jornada laboral), y la lucha de clases objetiva que la misma desata conco-mitantemente. Dussel quiere ver a Marx, a toda costa, enjuiciando éticamente al capitalismo. Y es cierto que algunos fragmentos de sus escritos pueden ser considerados con razón como un indignado alegato ético anti-capitalista (aunque también hay otros que pueden ser considerados una de las mayores apologías del modo capitalista de producción); pero no fue esa su preocupación central, y en sus análisis propiamente científicos no hace intervenir ninguna cuestión ética. La necesidad que siente Dussel de encontrar pasajes en los que Marx critica éticamente al orden del capital lo lleva a distorsionar por completo algunas afirmaciones de éste. Por ejemplo, en el parágrafo 10.4 de su El último Marx..., titulado precisamente «El Capital es una ética», incurre en otras dos graves distor-siones. En la página 438 afirma: Y Marx concluye enjuiciando "éticamente" el tipo de "relación" que viene describiendo: "En realidad, sin embargo, las cosas no ocurren de manera pura. Supongamos [esta es la sospecha ética fundamental], por consiguiente, un intercambio de no equivalentes". Ahora bien, en el texto de Marx no existe ninguna "sospecha ética fundamental". Marx está investigando de dónde proviene la plusvalía, y muestra que no es en la circulación de mercancías donde se genera el plusvalor. El párrafo dice así: Si se intercambian mercancías, o mercancías y dinero, de valor de cambio igual, y por tanto equivalentes, es obvio que nadie saca más valor de la circulación que el que arrojó en ella. No tiene lugar, pues, ninguna formación de plusvalor. Ahora bien, en una forma pura el proceso de circulación de la mercancía implica intercambio de equivalentes. En la realidad, sin embargo, las cosas no ocurren de manera pura. Supongamos, por consiguiente, un intercambio de no equivalentes. A partir de aquí Marx se pregunta qué ocurriría si se intercambiaran no-equivalentes, si los vendedores estafaran a los compradores. Y muestra, poco después, que el intercambio de no equivalentes (la estafa) tampoco puede explicar el plusvalor. La circulación distribuye (y puede hacerlo de maneras muy diversas) las riquezas, pero no las crea. El plus-valor no surge de la circulación: surge de la producción. Pero volvamos a Dussel, quien luego de la cita que hemos discutido cita nuevamente a Marx "si se intercambian equivalentes, no se origina plusvalor alguno". Y agrega por su cuenta, "pero si se genera plus-valor, éste debe salir de una «no equivalencia»". Puestas las cosas así parecería que la afirmación de Marx convalida la conclusión de Dussel. Pero veamos el texto íntegro en cuestión: Por vueltas y vueltas que le demos, el resultado es el mismo. Si se intercambian equivalentes, no se origina plusvalor alguno, y si se intercambian no equivalentes, tampoco surge ningún plusvalor. La circulación o el intercambio de mercancías no crea ningún valor.15 Conclusión: Marx no introduce la suposición de un intercambio de no-equivalentes porque tenga una sospecha ética. Su razonamiento muestra que el intercambio de equivalentes en la circulación no puede explicar el origen del plusvalor. Desechada esta posibilidad se pregunta si el esquivo plusvalor no surgiría de un intercambio de no equivalentes en el mercado; pero demuestra que el intercambio de no equivalentes tampoco puede explicar el origen del plusvalor. Es entonces cuando abandona la esfera de la circulación y dirige su mirada al proceso de producción: porque allí está el secreto del plusvalor. Todas estas transiciones analíticas se producen sin la mediación (necesaria) de ninguna sospecha ética.16 Para finalizar estos breves comentarios quisiera decir que, sin dudas, es posible hallar en la obra de Marx pasajes que pueden ser considerados como un enjuiciamiento ético al capitalismo. Pero el punto en cuestión es que la lógica del enjuiciamiento ético no es la misma que la lógica de la explicación científica. Y aunque Marx condenara éticamente al régimen burgués, su explicación científica del funcionamiento y No quisiera terminar este escrito sin citar las palabras de quien no sólo es uno de los historiadores más importantes del mundo (juicio éste que ni los más fanáticos anti-marxistas ponen en duda), sino que además se ha colocado siempre, prácticamente, de parte de los oprimidos: Eric Hobsbawm: En resumen, para todo el que participe en el discurso científico, las afirmaciones deben ser sometidas a validación por medio de métodos y criterios que, en principio, no están sujetos a partidismo, sean cuales sean sus consecuencias ideológicas y sus motivaciones.17 1 Desde luego que las discusiones sobre cuáles son los hechos y sobre su conexión causal pueden ser casi interminables en muchos terrenos, pero ello no invalida que "algunas proposiciones sean "verdaderas" o "falsas" más allá de toda duda razonable, aunque los límites entre duda razonable y duda irrazonable se trazarán de manera diferente, dentro de una zona marginal, de acuerdo con criterios partidistas". E. J. Hobsbawm, "Partidismo", en su Sobre la Historia, Barcelona, Crítica, 1998, pág. 135. Este artículo de Hobsbawm no tiene desperdicio. 2 Dussel dice que la asunción ética, el colocarse «de parte de», abre nuevos campos de investigación. Bien, tengo mis serias dudas respecto a que haya que colocarse «de parte de» para descubrir la pobreza como «tema»; pero aún aceptando esta posibilidad resulta indispensable distinguir las motivaciones que impulsan a un científico a elegir un «tema» determinado, de las explicaciones propiamente dichas que proporciona. Un programa de investigación puede estar motivado o inspirado en convicciones éticas, políticas, religiosas, estéticas, etc., así como ser más o menos útil a (o compatible con) ciertos movimientos políticos o principios éticos; pero no es esto lo fundamental desde el punto de vista científico. Para la ciencia, en tanto que búsqueda de la verdad, lo fundamental es su contenido más o menos verdadero, evaluable según su adecuación a la evidencia empírica, su coherencia interna, su capacidad explicativa y/o predictiva, etc. 3 Aquí es importante realizar una aclaración. Que un nuevo paradigma haga "observables" nuevos "hechos" (hasta entonces "inobservables") no implica ninguna inconmensurabilidad, no significa que los hechos «rescatados» por el paradigma emergente sólo puedan ser «vistos» por quienes creen en él. Una teoría que reclame que sus "hechos" sólo pueden ser vistos por quienes creen en ella está violando el principio de intersubjetividad propio de la ciencia, y se coloca, de hecho, en una posición oscurantista. Por ello, una vez que una nueva teoría ha tornado «visibles» nuevos «hechos», cualquier científico debe poder analizarlos, discutirlos, evaluarlos y criticarlos en base a criterio comunes. 4 Dussel coloca al psicoanálisis dentro de las ciencias críticas, pero creo que no se puede sostener que Freud se haya colocado prácticamente de parte de los oprimidos (y lo mismo puede decirse, creo, de la mayor parte de los psicoanalistas). 5 El obrero revolucionario quizás piense que este científico se encuentra, objetivamente, del lado de la burguesía; pero lo más probable es que un general reaccionario piense, a la inversa, que se encuentra objetivamente de parte de las fuerzas subversivas. 6 En su opinión, mientras que la moral se encuentra dentro del "horizonte" de un mundo o sociedad dados, la ética es la "crítica trascendental de las morales [...] desde el punto de vista de la dignidad absoluta, trascendental, "metafísica", de la subjetividad del trabajador, de su corporalidad, como persona con libertad, con conciencia y espíritu [...] de toda institu-cionalidad, subsunción o determinación concreta de un tipo [...] de relación de producción históricamente situada", E. Dussel, El último Marx (1863-1882) y la liberación latinoamericana, México, Siglo XXI, 1990, pág. 431-2. 7 Dussel está en todo su derecho al pretender desarrollar una ética marxista (y estoy de acuerdo con él en que ya es hora de que alguien lo intente). A lo que me opongo es a confundir esta tarea con el establecimiento de explicaciones verdaderas, no superficiales y rigurosas, es decir, científicas. La ciencia no es ni puede ser ajena a 8 Ver M. Sacristán, "El trabajo científico de Marx y su noción de ciencia", en su Sobre Marx y marxismo, Barcelona, Icaria, 1983. 10 K. Marx, El Capital, México, Siglo XXI, I/1, pág. 235. En el libro de Dussel, pág. 438 11 Ídem., pág. 281. En el libro de Dussel pág. 438-9. 12 Ídem., pág. 281. 13 Es decir, el valor de su fuerza de trabajo, que es lo que el obrero vende, y no el valor de los productos de su trabajo. 14 Ídem., pág. 281-2. 15 Ídem., pág, 199. 16 Pero aún cuando la sospecha ética existiese (por ejemplo como motivante de la investigación), la veracidad de los análisis de Marx puede ser corroborada o rechazada en función de su adecuación a los "hechos", y sin la intervención de ningún principio ético. 17 E. Hobsbawm, "Partidismo", op. cit., pág. 136-7 Disponible en: http://www.herramienta.com.ar/modules.php?op=modload&name=News&file=article&sid=185 BLOG: EPISTEMOLOGÍA DE LAS TEORÍAS RODOLFO-J.RODRIGUEZ-R San José, Costa Rica Blog 2: http://cognoscibilidad.blogspot.com/ E-mail: rodolfojrr@gmail.com. ![]() Enrique Dussel: Marx y las ciencias sociales críticas
Por Episteme - 15 de Septiembre, 2007, 19:22, Categoría: Sociocrítica
Enrique Dussel: Marx y las ciencias sociales críticas Alan Rush* Algunos datos sobre la trayectoria intelectual de Dussel: en los años 60 y 70 predominan en su investigación los problemas éticos y antropológicos desde una perspectiva latinoamericanista, cristiana y de izquierda. El resultado es una "filosofía de la liberación" emparentada con la "teología de la liberación" del catolicismo latinoamericano de izquierda. En los 70 Dussel se exilia en México, siendo hoy la UNAM su ámbito de investigación y docencia. En su etapa mexicana, la línea de trabajo mencionada, ético-antropológica, teológica y latinoamericanista, se entrelaza con y resulta enriquecida por un estudio directo y prolongado de los escritos éditos y especialmente los manuscritos inéditos de Marx preparatorios de El Capital. Este fue un prolongado, paciente y titánico esfuerzo de Dussel, porque implicó descifrar y exponer el contenido de decenas de cuadernos inéditos garabateados por Marx, de varios miles de folios originales conservados por ej. en el Archivo de Bien, lo que me propongo hacer acá -además de llamar la atención sobre el interés que tiene para nosotros la poco conocida obra de Dussel- es compartir con ustedes algunas reflexiones sobre el marxismo de Dussel, y sobre las ideas epistemológicas adelantadas aquí y allá por Dussel en sus trilogía sobre Marx, y expuestas más sistemáticamente tanto en su voluminosa Ética de la Liberación, como en un breve artículo reciente en la revista marxista argentina Herramienta[4]. A mi juicio, en su sistematicidad el pensamiento de Dussel resulta en gran medida malogrado por una lectura sesgada y subjetivista del marxismo[5]. En una presentación muy breve como ésta, la valoración -mayormente negativa- de la teoría de Dussel en su globalidad y sistematicidad, no puede hacer suficiente justicia a lo que considero algunos de sus valiosos aportes o sugerencias particulares. Haré algunos comentarios breves sobre el marxismo de Dussel en general, para luego pasar a su epistemología. Asentaré dogmáticamente algunas afirmaciones que no tengo acá el espacio para fundamentar, como sí haré, espero, en una versión más extensa de este trabajo. Aunque al comienzo de su trilogía sobre Marx Dussel ingenuamente anuncia que expondrá a "Marx mismo", lo que Dussel realmente nos da es una interpretación de Marx, cosa inevitable considerando lo extenso de la obra de Marx, y sus ambigüedades y aún contradicciones internas. Una interpretación muy personal que Dussel llama "latinoamericana", y que en efecto ilumina algunas cuestiones importantes para nuestra región como la de Lo característico de la versión dusseliana del marxismo es el énfasis en la subjetividad humana, entendida como subjetividad corporal, como "corporalidad desnuda" en la expresión de Dussel. Desde luego, en principio podemos aprobar y celebrar esto, si como Dussel estamos preocupados en evitar los excesos objetivistas, materialistas reduccionistas en la tradición del estalinismo, y por el contrario valoramos como se merece el acento que Gramsci y otros pusieron sobre En su lectura de Marx, un lugar central lo ocupa la concepción de Dussel del trabajo como producción y creación. Nuevamente la exageración subjetivista produce sus efectos. En Marx, la producción y en general la actividad humana se realizan en y sobre la naturaleza (incluyendo a los hombres como parte emergente de ella), con otros hombres en alguna forma más o menos desarrollada de división social del trabajo y cooperación social, y con medios de producción materiales y simbólicos heredados de generaciones anteriores, etc.. En cambio en su subjetivismo Dussel tenderá -siempre relativamente hablando- a subvalorar los aspectos más "objetivos": naturaleza, división y cooperación social, relaciones sociales y medios de producción, y a destacar unilateralmente al sujeto productor o creador individual, corporal, entendido como "trabajo vivo" y "corporalidad desnuda", como "víctima" en su enfrentamiento "cara a cara" con el capitalista, etc.. Puede mostrarse que en una vertiente de su pensamiento Dussel, ha naturalizado y deshistorizado el trabajo vivo, desnudo, tendencialmente privado de componente intelectual y cultural, que es un producto histórico del capitalismo. Pero otra vertiente del pensamiento de Dussel atribuye al trabajo vivo, corporal del hombre desnudo y virtualmente bestializado, una creatividad ex nihilo y una dignidad ética absoluta, ahistórica, con obvias resonancias o incluso explícitas referencias teológicas[6]. Puede mostrarse que esta simultánea y contradictoria reducción biologista y sublimación espiritualista, esta bestialización y divinización o sacralización del trabajo vivo por Dussel tiene más de una consecuencia grave en la interpretación de la economía, la teoría de la historia, la ética, la política y la epistemología, en suma el conjunto de la obra de Marx. Como indicación general y escueta, diré sólo que en la medida en que Dussel tiende a interpretar el capitalismo como la mera negación del trabajo vivo éticamente absolutizado, sacralizado, el capitalismo tiende a ser pensado como el mal absoluto, la civilización burguesa y la modernidad toda son demonizadas más que científicamente explicadas, y el marxismo de Dussel -contra los extensos estudios históricos del programa científico de investigación que el propio Dussel emprende en su trilogía- tiende a retroceder al socialismo ético o utópico que en palabras de Engels "condena al capitalismo pero no lo comprende"[7]. Los numerosos textos en que Marx no sólo examina críticamente sino que elogia al capitalismo como una época "histórico-universal" por su desarrollo -impetuoso a la vez que unilateral, limitado- del intercambio universal, de la cultura planetaria, de las fuerzas productivas, la ciencia y tecnología modernas, etc.[8], tienen que ser subestimados o directamente omitidos por Dussel. Lo mismo ocurre con otros textos de Marx que entran en conflicto con otros aspectos de la interpretación subjetivista de Dussel. Un caso especialmente notable es la omisión de un análisis detallado de nada menos que el conocido Prefacio de la Contribución a la crítica de la economía política, de 1859[9], en que Marx esboza una versión del materialismo histórico que luego defenderá explícitamente en El Capital [10], etc.. No he estudiado en detalle la ética de Dussel. Acá me interesa principalmente por el lugar central que Dussel le otorga en la demarcación de las "ciencias sociales críticas". Como teoría ética centrada en el valor de la vida y el trabajo vivo, mi impresión es que le da a Dussel buenos rendimientos críticos frente a las éticas formalistas discursivas y pragmatistas burguesas contra las que Dussel arremete haciendo pie en la creciente imposibilidad del capitalismo de siquiera reproducir, para no hablar de desarrollar, la vida de la mayor parte de la especie humana[11]. Sin embargo, la manera relativamente biologista y ahistórica como Dussel concibe la vida dificulta no sólo su comprensión de los valores generados ya por la propia civilización burguesa, sino aún más el horizonte ético que podría construir una posible futura sociedad socialista. 2. La epistemología de Dussel El título del breve y reciente artículo epistemológico de Dussel es bastante elocuente: "El programa científico de investigación de Carlos Marx (ciencia social funcional y crítica)". Este título, en que se conjugan una expresión de Lakatos, "programa de investigación", acuñada en un estudio de la física, especialmente, y la idea de la Escuela de Frankfurt -tomada a su manera por Dussel- de dos o más intereses constitutivos en las ciencias sociales, anticipa ya la propuesta de Dussel de atribuir al trabajo teórico de Marx distintos sentidos, aspectos o aún capas de cientificidad. Dussel afirma que la comprensión y legitimación como científica de la producción de Marx y sus discípulos requieren introducir un "tercer criterio de demarcación" (abreviaré 3er CD). El esquema que sigue es el ofrecido por el propio Dussel[12], al que agrego sólo los nombres de algunos de los epistemólogos invocados en cada caso por el autor. a) Primer Criterio (Popper, Kuhn,..., Lakatos) No ciencia Ciencia b) Segundo Criterio (Habermas, ...,Ricoeur, Apel) Ciencia de la naturaleza Ciencia humana o social c) Tercer Criterio (Marx, Esc. Frankfurt,Dussel) Ciencia humana o social funcional Ciencia humana o social crítica El esquema sugiere inmediatamente que los dos tipos de ciencias sociales discriminadas por el tercer criterio cumplen también con los dos criterios anteriores. El 1er CD, inaugurado por Popper, es tomado por Dussel no en la dura versión popperiana -que Dussel supone, con Popper y Lakatos mismos- excluiría de la cientificidad a la teoría de Marx-, sino en la versión flexibilizada o sofisticada de Lakatos (Kuhn y Feyerabend mediante). Es decir que en este primer sentido o capa de cientificidad, Dussel exige que para ser científica, una teoría debe constituir no una hipótesis aislada o un sistema deductivo inmediatamente falsables, sino una secuencia o matriz de teorías flexible, progresiva y no inmediatamente falsable -pero sí contrastable y mediatamente reemplazable-, un "programa de investigación teórica y empíricamente progresivo" en el sentido de Lakatos. Y Dussel sostiene que la teoría económica de Marx cumple con este criterio. El 2do CD separa las ciencias naturales, exactas o "duras" -a las que presumiblemente Dussel asocia principalmente las explicaciones causales y funcionales- de las ciencias humanas o sociales. Estas agregarían al recurso de la explicación causal y funcional, la explicación comprensiva y teleológica y la explicación dialéctica como modos más específicos de explicación. Nuevamente, Dussel piensa que la teoría económica de Marx cumple con este 2do CD, en tanto ciencia a la vez causal, hermenéutica y crítico-dialéctica. Dussel piensa que cuando la teoría de Marx es medida sólo con la vara naturalista y causalista, su contenido hermenéutico y dialéctico específico resulta expulsado como seudo-científico, o bien reducido y empobrecido -como en la interpretación oficial, estalinista de Marx en la URSS- a un determinismo economicista y/o tecnologista. Finalmente, el 3er CD distingue al interior de las ciencias sociales entre funcionales y críticas. A las primeras corresponderían tanto las explicaciones causales y funcionales como las explicaciones comprensivas y teleológicas. La integración armónica y la estabilidad de las estructuras y normas sociales dan en este caso la perspectiva explicativa, con un interés esencialmente reproductivo, conservador, legitimador, del sistema explicado. Obviamente, Dussel está pensando en la mayor parte de las ciencias sociales académicas, y particularmente en la economía política burguesa del siglo XIX criticada como ideológica por Marx, pero reconocida en su parcial cientificidad y por eso aprovechada y pretendidamente superada por Marx. Una vez más, juzgar la teoría de Marx sólo con este criterio funcional o reproductivo resulta en ignorar o desautorizar su especificidad como ciencia crítico-dialéctica, movida según Dussel por un interés de liberación de las víctimas del capital. Dussel incluye también a la teoría psicoanalítica y la pedagogía del oprimido de Paulo Freire entre las ciencias sociales críticas, pero no me ocuparé de ellas acá. En una primera inspección, el esquema de Dussel parece no traernos nada esencialmente nuevo. Sin embargo hay en él cosas nuevas y problemáticas, asociadas en primer lugar a la combinación de los tres criterios, y en segundo lugar a la concepción del tercer criterio, especialmente la caracterización ética de las ciencias sociales críticas. Con más precisión: I) i) Es debatible que los 3 criterios admitan ser combinados acumulativamente, o en relaciones de géneros y especies; ii) Igualmente que pueda aplicarse los tres criterios -en la versión de Dussel- a la teoría económica de Marx; iii) Asimismo, que los criterios 2do y 3ero merezcan considerarse criterios de demarcación; en el sentido de Popper y Lakatos. II) La ciencia social crítica, según Dussel, supone como su condición de posibilidad, si el objeto de estudio es el capitalismo, la opción ética por el trabajo vivo explotado y la vida oprimida o despreciada, y, más en general, cualquiera sea el tipo de sociedad estudiada, incluso socialista, la toma de partido ético por las víctimas de ese sistema social. Es bastante obvio que esta es la versión epistemológica de la "opción por los pobres" de la teología de Acá sólo tengo espacio para referirme de manera general a las dificultades de la epistemología de Dussel. Antes de hacerlo creo necesario distinguir en el marxismo de Marx y sus discípulos al menos tres niveles teóricos: a) la ciencia social (gran parte de las proposiciones de El Capital, por ej.); b) el materialismo histórico como teoría filosófica de la historia -aunque se trata de una filosofía que se pretende "científica" en sentido amplio, en tanto apela a los hechos históricos y a la razón como tribunales últimos-; c) la praxis socialista militante. En dos recientes escritos polémicos sobre Dussel[14], el historiador marxista Ariel Petruccelli señaló con bastante razón que Dussel tiende a reducir todo el marxismo a su costado científico, sugiriendo, si lo entiendo bien, que con ello los aspectos valorativos, éticos y políticos militantes de los otros dos costados no-científicos (o no tan científicos) del marxismo, omitidos por Dussel, retornan como lo reprimido e invaden Muy breve y esquemáticamente podemos ahora abordar críticamente algunas grandes dificultades de la epistemología de Dussel. En primer lugar, en el esquema gráfico se advierte que el carácter crítico de la ciencia aparece sólo con el 3er CD, de lo que se inferiría que las ciencias naturales, y las ciencias sociales funcionales, son en sí mismas no-críticas, o acríticas. Dussel nos sorprende con la ingenuidad siguiente: "... ¿es posible una ciencia humana o social crítica? O, de otra manera: ¿la criticidad se opone a la cientificidad?" [16], al mismo tiempo que toma como su modelo a replicar dos veces, el criterio de demarcación popperiano, olvidando que Popper define la ciencia precisamente por su criticidad, su criticabilidad empírica y racional. Dussel omite la criticidad epistémica de toda ciencia, natural o social, y reduce la criticidad de su "ciencia social crítica" a la criticidad ética y política solamente, con el agravante de que al haber prescindido de la criticidad epistémica, tiende a presentar la "opción ética por los pobres" de su ciencia social crítica, en más de un texto, como una condición no sólo necesaria -lo que en esa formulación simplista es ya debatible- sino incluso suficiente para su calidad científica[17]. Ante las objeciones de Petruccelli en el sentido de la degradación ideológica, oscurantista de la ciencia social, y la incoherencia interna de su epistemología, Dussel en mi opinión, sin reconocerlo, acaba llevando al colapso su propia epistemología en la versión del esquema gráfico arriba reproducido. En un primer momento, se atrinchera defensivamente concediendo que la opción por los pobres o víctimas, la criticidad ética del 3er CD, se ubica sólo en el contexto de descubrimiento, aunque como aspecto necesario. Con ello queda en paz con el popperianismo que respira todo su esquema, pero Popper desde su "tercer mundo objetivo" seguramente sonreiría satisfecho, recordándonos que nunca dejó de reconocer que las motivaciones éticas, estéticas y de todo tipo son normalmente -aunque no necesariamente- orientadoras heurísticamente de cualquier ciencia social o natural, incluso formal. Por eso, creo, en el mismo texto de respuesta a Petruccelli, Dussel se contradice, gira ofensivamente en el sentido contrario, y a mi juicio, esencialmente correcto: "Esto exige una reconstrucción total de la epistemología actual. Esta es una nueva exigencia de la epistemología marxista en el siglo XXI. Nuestra medida no puede ser Popper. No podemos "popperizar" fácilmente a Marx. Debemos aprender de Popper y todos los epistemólogos. Por ello, tomando lo mejor de la epistemología post-popperiana, pero situándola desde la genialidad epistemológica compleja, dialéctica, ética, de Marx, hay que construir una nueva epistemología que subsuma la anterior." [18] A continuación del texto citado Dussel califica a su 3er CD como "mi hipótesis para comenzar", es decir una hipótesis provisoria en el camino a esa nueva epistemología. Creo que este sería un buen camino para integrar dialécticamente el carácter social y ético de la empresa científica que Dussel quiere preservar, con la criticidad epistémica popperiana, incluso el realismo crítico La propuesta epistemológica bosquejada sería capaz, creo, de integrar sin incoherencia la preocupación, bien marxista, de Dussel por el carácter militante e interesado de la ciencia social "crítica", con la igualmente legítima aspiración de Petruccelli y Achával a la objetividad y el realismo del conocimiento científico. Si el subjetivismo de Dussel enfatiza el interés social del conocimiento a expensas de su objetividad, Petruccelli y Achával afirman tal objetividad pero en el marco de una concepción relativamente asocial, cientificista de la ciencia (que restringe su criticidad al contexto de descubrimiento, y por ello es relativamente acrítica y burguesa, como bien señala Dussel). En mi opinión, tanto la realidad y objetividad del mundo como el carácter socialmente construido e interesado del conocimiento (y de la sociedad humana que emerge de la naturaleza, pero no deja nunca de sumergirse en ella) deben conjugarse en una epistemología de la interpenetración dialéctica de sujeto y objeto. El carácter socialmente construido e interesado del acceso humano al mundo no quita la objetividad del conocimiento, ni su referencia a una realidad (relativamente) independiente. La universalidad actual o potencial, la validez trans-clasista del conocimiento, para toda una cultura o civilización, e incluso su potencial validez parcial trans-civilizatoria o su superabilidad en el diálogo multi-cultural, compatibilizan en una medida nada despreciable la relatividad cultural del saber con su aspiración de verdad. Este marco más amplio permitiría, creo, corregir tanto a Dussel como a sus críticos Petruccelli y Achával en relación al importante asunto de la dicotomía estalinista de "ciencias burguesas vs. ciencias proletarias". En la nota 2 del artículo de Herramienta, Dussel califica a la dicotomía estalinista como "incorrecta en su formulación, pero no en su intención", lo que escandaliza a Petruccelli y Achával, quienes rechazan de plano toda relativización social de la ciencia, en su intención y no sólo en tal o cual formulación. Acá Dussel tiene una cuota importante de razón frente a Petruccelli y Achával: la ciencia (toda ciencia, no sólo social sino incluso natural) es una construcción cultural e interesada, en consecuencia una transformación social tan profunda como la abolición de las clases, presumiblemente afectaría todo el campo del saber, tanto científico-social como científico-natural. Sin embargo la relativa unilateralidad subjetivista de Dussel le impide desmarcarse claramente de la dicotomía estalinista como él mismo quisiera. Esto se advierte tanto en lo lacónico de la referencia ya aludida a la dicotomía estalinista, como en el elogio parcialmente acrítico que hace Dussel del conjunto de las ciencias, incluidas las naturales y formales, del "socialismo real soviético ... durante unos decenios" (Ética, pp. 450-1). En primer lugar, aunque en este pasaje Dussel señala la influencia degradante del estalinismo sobre las ciencias sociales y la filosofía marxista, omite toda referencia a la censura y manipulación burocrática Para terminar, un programa epistemológico-político tal permitiría dar a la ética el importante lugar en el marxismo que Dussel con razón se esfuerza en otorgarle. Pero tal lugar no es sólo ni principalmente el costado científico del marxismo, sino el de la filosofía toda del materialismo histórico, y especialmente el de la construcción militante de un movimiento socialista contra hegemónico, es decir una nueva forma de vida y cultura, inicial y embrionariamente al interior del capitalismo, y que pueda luego instaurar un socialismo planetario que por sus valores, por su ética, estética, su ciencia y tecnología, etc., sea digno de ese nombre. * Docente e investigador en [1]Este breve trabajo sobre Dussel tuvo como disparador la excelente idea de [2] Todos ellos publicados por Siglo XXI de México, los dos últimos conjuntamente con [3] Editado por Trotta, en Madrid. [4] Etica de la Liberación, ob. cit., caps. 4 y 5; "El programa científico de investigación de Carlos Marx (ciencia social funcional y crítica)", Herramienta, Revista de debate y crítica marxista, Nº 9, Otoño de 1999, Buenos Aires, pp. 99-119. [5] Una aclaración metodológica: algunas, quizá muchas de mis afirmaciones críticas sobre Dussel podrían considerarse invalidadas por uno o más pasajes dusselianos en contrario. Mis observaciones se refieren a la orientación predominante de su pensamiento, que por cierto pretendo constatable a su vez por pasajes particulares, mayores en número y/o significación que los contrarios. [6] E. Dussel: El último Marx (1863-1882), ob. cit., pp. 370, 373, 404, 431, 437, 441, "El programa de investigación de Carlos Marx", ob. cit., pp, 107, 112, 117 nota 55. [7] F. Engels: Del socialismo utópico al socialisno científico (1880), en C. Marx y F. Engels, Obras Escogidas, Vol. III, Moscú: Progreso, 1974, p. 140. [8] C. Marx y F. Engels: La ideología alemana (1846), Buenos Aires: Ediciones Pueblos Unidos, 1975, pp. 79-80; C. Marx y F. Engels: Manifiesto, (varias ediciones) cap. 1; C. Marx: Elementos fundamentales para la crítica de la economía política (Grundrisse 1857-8); México, etc.: Siglo XXI, 1987, vol. I, pp. 361, 447-8, etc., etc.. [9] Correspondía a Dussel tratarlo en Hacia un Marx desconocido. Un comentario de los manuscritos del 61-63 (1988), ob. cit., cap. 1, pero sólo recibe tratamiento marginal y poco convincente en El último Marx (1863-1882) y la liberación latinoamericana, ob. cit., p. 437, nota 149. [10] Carlos Marx: El capital, Crítica de la economía política, vol. I (1867); México: Fondo de Cultura Económica, 1973, p. 46, nota 36. [11] Es significativa y sabrosa la siguiente interpelación dusseliana de Rorty -quien en algún texto restringe la validez de su filosofía a la clase media norteamericana-. Dussel: "Usted es pragmático ... ¿Qué es más pragmático para un pobre mexicano, su discurso que deconstruye el marxismo y deja al pobre en su pobreza sin posibilidad alguna, o el discurso de Marx que intenta explicar las causas de su pobreza y le da ánimos para la lucha?"; Rorty: "Creo que es más pragmático el discurso de Marx"; Dussel: "Estoy de acuerdo" (Transcripción de una entrevista inédita a L"Unitá, gentilmente facilitada por Dussel, p. 4, pregunta 6) [12] E. Dussel: "El programa científico de investigación de Carlos Marx ...", ob. cit., p.100; Ética, ob. cit., p. 470. [13] E. Dussel: El último Marx (1863-1882), ob. cit., § 10.4; Etica, ob. cit., p. 324; "Sobre el concepto de "ética" y de "ciencia crítica" " (febrero del 2000, respuesta inédita a Ariel Petruccelli), p. 3, nota 8. [14] Ariel Petruccelli: "¿Ciencias sociales críticas? Notas en torno a un artículo de Enrique Dussel" (enero del 2000, inédito); "Enrique Dussel y el tercer criterio epistemológico de demarcación: contrarréplica" (abril del 2000, inédito). [15] Véase Alan Rush: Latinoamérica y el síntoma posmoderno. Estudios políticos y epistemológicos; Tucumán: IIELA, 1998, cap. 3. [16] E. Dussel, "El programa científico ...", ob. cit., p.100, mi subrayado. [17] Ibid., pp. 104-5. [18] E. Dussel: "Sobre el concepto de "ética" y de "ciencia crítica" ", ob. cit., p. 11 nota 40. [19] Adviértase que como consecuencia de ese no superado dualismo entre naturalismo y anti-naturalismo en su concepción de la ciencia social y el marxismo, la naturaleza de la dialéctica y la propia ciencia crítica resulta insuficientemente aclarada en Dussel, al estar tironeada desde ambos lados. [20] Zoilo Achával: "Marxismo: ¿racionalidad y ciencia ... o no? (abril del 2000, inédito). [21] Roy Bhaskar: A Realist Theory of Science (1975); [22] Véase Alan Rush: Latinoamérica y el síntoma posmoderno. Estudios políticos y epistemológicos; Tucumán: IIELA, 1998, caps. 2 y 3. Disponible en: http://www.herramienta.com.ar/modules.php?op=modload&name=News&file=article&sid=186 BLOG: EPISTEMOLOGÍA DE LAS TEORÍAS RODOLFO-J.RODRIGUEZ-R San José, Costa Rica Blog 2: http://cognoscibilidad.blogspot.com/ E-mail: rodolfojrr@gmail.com. ![]() Marxismo: ¿racionalidad y ciencia... o no?
Por Episteme - 15 de Septiembre, 2007, 19:16, Categoría: Sociocrítica
Marxismo: ¿racionalidad y ciencia... o no? Zoilo Achaval* Resumen Se analizan dos trabajos de Enrique Dussel, El Programa Científico de Investigación de Carlos Marx (Ciencia social funcional y crítica), publicado en Herramienta Nº 9, y "Sobre el concepto de "Ética" y de Ciencia "Crítica", respuesta inédita a Ariel Petruccelli, en los que propone un Tercer Criterio de Demarcación, entre Ciencia Social standard y Ciencia Social crítica, adicional al Primer Criterio de demarcación epistemológico entre ciencia y no-ciencia, y al Segundo, entre ciencias naturales y ciencias sociales, como estableció Popper. Después del análisis, se concluye que no hay sustento para dicho Tercer Criterio, y se señalan lo que se consideran algunos errores. Summary Two works by Enrique Dussel are analyzed, Charles Marx"s Scientific Research Program (Functional and critical social science), published in Herrmanienta No. 9, and "On the concept of "Ethics" and "Critical" Science", inedited reply to Ariel Petruccelli, in which he proposes a Third Criterion of Demarcación, between standard Social Science and critical Social Science, additional to the First epistemologic Criterion of Demarcation between science and not-science, and to the second, between natural and social sciences, as stated by Popper After the analyisis, it is concluded that there is no support for such Third Criterion, and some so-regarded mistakes are pointed out. ¿Qué clase de marxismo representan las ideas de Dussel expresadas en el Nº 9 de Herramienta? En la nota 21 reivindican la "intención" de dividir la Ciencia en burguesa y proletaria y declaran su propósito de "subsumirla desde otro horizonte epistemológico más preciso", es decir, tomar la división como propia. Dividen a las Ciencias Sociales en "funcionales", que, si bien no define con precisión, suponemos que son las útiles al sistema, en este caso burgués, y "críticas", útiles al proletariado. Reivindican insistentemente el juicio del objeto todavía no conocido, es decir, afirman que se puede juzgar, por ejemplo como bueno o malo, algo de lo que todavía no se sabe nada en absoluto. Declaran un "marxismo" que a nosotros nos resulta irracional y anticientífico. El tercer criterio En adelante, para abreviar, llamaremos a las ideas de Dussel ID. La idea general que desarrollaremos es que no sólo son incorrectas, sino que están mal sustentadas. Para empezar, ¿Qué es un Criterio de Demarcación? Con seguridad ya para Aristóteles estaba planteado el problema de separar las Ciencias (empíricas) de las que no los son. Fue su editor, Andrónico de Rodas, el que no encontró título mejor que "los escritos que seguían a los tratados de Física" para su obra más conocida. Los neoplatónicos le dieron a Las proposiciones verdaderas sobre hechos están fundadas en la experiencia; las proposiciones verdaderas sobre relaciones están fundadas en la no contradicción. No hay otras proposiciones posibles; por tanto, todos los libros que contengan enunciados que no sean "razonamiento demostrativo" (como el de la lógica o la matemática) o "razonamiento probable" (como el de la experiencia) deben "arrojarse a las llamas". Así, Hume ‹‹arroja a las llamas›› los libros que, como los de teología o metafísica, no contienen más que "falsas proposiciones" en el sentido de ser proposiciones que parecen serlo sin serlo de verdad.2 Esta posición tajante resolvió un problema pero creó otro: era necesario aceptar la inducción lógica, propia de los empiristas como Hume: p. ej. "Si vemos muchos cuervos negros, todos los cuervos son negros", aunque nunca podremos estar seguros de que haya quedado un cuervo blanco que no vimos. Lo positivo es que se basaban en la experiencia, no en la especulación. Popper, en 1919, que no aceptaba la inducción, quiso encontrar un criterio de separación compatible con la ciencia deductiva, y propuso reemplazar la "verificabilidad" positivista de las teorías, que debían "comprobar" que eran ciertas, por la Falsabilidad (o Refutabilidad), en las que deben someterse a prueba. Si la experiencia demuestra que son falsas, quedan descartadas, caso contrario quedan "corroboradas", es decir, en pie hasta que se las pruebe otra vez. De manera que el Primer Criterio de Cientificidad es la Falsa-bilidad popperiana, modificado –sin alterar su esencia- especialmente por Lákatos3 y atacado por otros, como Feyerabend,4 "anarquista metodo-lógico", a quién las ID citan pero no critican. El Segundo Criterio de Demarcación es más vago, impreciso y reciente. Responde a la necesidad de reconocer las diferencias metodoló-gicas entre las ciencias experimentales (física, etc) y las Ciencias llamadas "Sociales", que no pueden ser experimentales en el sentido de las anteriores, pero tampoco pueden perder su carácter científico. El asunto se sigue discutiendo. El Tercer Criterio, como lo aclaran las ID5 , nacen de la mano de En lo que toca al punto que más frecuentemente ha sido debatido, esto es, a las relaciones de la Escuela de Frankfurt y el marxismo, cabe estar de acuerdo con las tesis de Martin Jay, según el cual los frankfurtianos han presentado, desde luego, una revisión del marxismo, pero ha sido de carácter tan sustancial que ya no puede arrogarse el derecho de contar entre una de las múltiples manifestaciones de la tradición marxista; en todo caso, los frankfur-tianos han dejado de insistir en la premisa de la estrecha unión de la teoría con la práctica –un hecho que puede explicar que para ciertos marxistas el frank-furtismo aparezca teñido de elementos "escépticos" y hasta "anarquistas".6 Lo que transformaría a la crítica en criterio de demarcación, según las ID es el "ponerse de parte" efectiva y prácticamente, como co-militante, es decir abandonar activamente la objetividad que es primer requisito de Nos parece maravilloso, y de hecho lo compartimos, el "ponerse de parte", al mismo tiempo que nos parece irracional tratar de mezclarlo con la ciencia, a la que esa actitud desvirtúa insubsanablemente. Hay en el trabajo de Herramienta una cuantiosa argumentación adicional en la que nos parece innecesario e inconveniente entrar, por engorrosa, extensa, especulativa, y no decisiva, puesto que las ID no resuelven siquiera el primer requisito para evaluar científicamente su aparentemente dogmática y metafísica afirmación de que "ponerse de parte" mejora las condiciones de observación, o posibilita la percepción de la explotación (que es como se llama entre las cuestiones sociales. El requisito no resuelto es ¿Cómo sobrevive su Tercer Criterio a la confrontación con el Primero? ¿Cuál es el procedimiento para someterlo a prueba científica, que deberían proponer las mismas ID? No hay, pues, ningún derecho a considerar el "ponerse de parte" como un criterio científico ni tiene, por lo tanto, ninguna validez el Tercer Criterio, por esta sola razón, pero hay muchas otras. Si bien su objetivo formal son las Ciencias Sociales, no queda indemne la Ciencia en general, de la que, en tanto ciencias, forman parte, y a la que no objetan, pero especialmente comprometen a la Ciencia porque ninguno de los argumentos contra la Sociología, a la que dice aplicarse en exclusividad el Tercer Criterio, es específico de esa disciplina. No cuestionan su objeto, ni su método, ni sus técnicas como parte de éste, ni siquiera las definen. Sólo le objetan "no ser crítica, no ponerse del lado de", lo que le impediría "ver" los problemas verdaderos e importantes y su sentido legítimo, y según se dice, oculto a los ojos no privilegiados por la luz de Marx. El argumento es tan amplio e impreciso que no excluye ni a la Matemática, la más acrítica de todas las ciencias. Tampoco excluye a la Biología, ni, en verdad, como decimos, a las Ciencias todas. Para aclarar, valga un ejemplo: los campesinos peruanos que cultivan sólo papas en las laderas de los cerros entre 3500 y Además, la enfermedad de Chagas es casi exclusiva de los pobres y los campesinos, porque la vinchuca (Triatoma infestans) vive en la paja del techo de los ranchos donde habitan. ¿Qué clase de problema es: biológico, sociológico, socio-biológico, económico, o interdisciplinario? ¿Y la tuberculosis; y la desnutrición global? ¿Cómo se puede hablar solamente de una Sociología standard y olvidarse del resto de las ciencias, en la era de los estudios y equipos interdisciplinarios? Las respuestas a estas inquietantes preguntas no se encuentran en los textos de Marx, que son literalmente la única fuente de verdad de muchos marxistas. No hay en ellos una sola referencia a la realidad, como si la vida –y la lucha de clases- no transcurriera en las calles sino entre las tapas de los libros. Volveremos sobre esto. De modo que, aunque no lo quieran, las ID están criticando de manera muy fuerte a las Ciencias en general, pero no le aplican el dichoso Criterio. Más aun: o el Tercer Criterio se aplica a la Ciencia en general (excepto la Matemática y la Lógica), o carece de sentido, porque muchas o casi todas las Ciencias tienen la misma relación con el cambio social que la Sociología, y además –como dijimos- las ID carecen de una definición precisa de ella, su comienzo y su fin. Nada menos. Menciono la Matemática como excepción, pero no sería extraño que cualquier día surgiera una Matemática "proletaria", posmoderna, porque las ciencias formales (no experimentales, deductivas), ya han sido asaltadas por marxistas inconformes con la Ciencia: recuérdese El caso opuesto es idéntico: Copérnico, nacido en 1473, autor de De Revolutionibus, que cambió la ubicación del hombre en el Cosmos y revolucionó la ciencia y la filosofía, habría sido un sirviente de la monarquía feudal, y siendo monje, de Queremos (...) comportarnos como hombres honrados, buenos y devotos de Vuestra Majestad, aunque tengamos que morir. Recurriendo a la protección de Vuestra Majestad, entregamos y confiamos todos nuestros bienes, así como nuestros cuerpos. Siervos devotísimos, canónigos y capítulo de la Iglesia de Varmia.7 La ética No es capricho ni carece de argumentos sostener que sea imposible construir éticas avalorativas, para contraponer a la "moral valorativa", o dicho de otra manera, normas de conducta que prescindan de los conceptos de "bueno" y "malo", que las ID pretender justificar sosteniendo que si la ética es vista dentro de su "sistema" (sociopolítico) sí necesita de valores, pero si es "transistémica" (p. ej. el esclavismo visto desde el capitalismo), no los necesita. La cuestión de intra o transistémico, jerga que sólo significa contemporáneas o históricas, es decir, solamente capitalistas o capitalistas y precapi-talistas, no cambia la naturaleza de la ética o moral, sólo la hace relativa a su tiempo o relativa a toda Si se refiere al contenido de la ética, a sus normas concretas y particulares, que no lo especifican, cada cual fue relativa a su tiempo, en general, porque no podemos aceptar sin pruebas ni argumentos que la moral esté determinada exclusivamente por el régimen económico-político, contra la opinión de todos los especialistas. Adicionalmente, Piaget, en sesenta años de investigación cuyo producto sigue en pie, al establecer la ontogénesis (el desarrollo individual) de la inteligencia y paralelamente de la moral, encontró cómo ésta nace de los afectos hasta convertirse en normas morales. Lo sintetiza en la siguiente definición: Toda moral consiste en un sistema de reglas y la esencia de cualquier moralidad hay que buscarla en el respeto (Negritas nuestras) que el individuo adquiere hacia estas reglas. (...) Por otra parte, la mayoría de las reglas morales que el niño aprende a respetar, las recibe del adulto, es decir, que se le dan elaboradas, y, muchas veces, elaboradas no a medida que las va necesitando y pensadas para él, sino de una vez por todas y a través de la sucesión ininterrumpida de las generaciones anteriores. (Negrita nuestra)8 Y sigue: Además, el comportamiento del niño respecto a las personas, demuestra desde el primer momento tendencias a la simpatía y reacciones afectivas en las que es fácil encontrar materia para todas las conductas morales ulteriores. Pero un acto inteligente no puede ser calificado de lógico, ni un rasgo de sensibilidad de moral, si no es a partir del momento en que ciertas normas imprimen a estas materias una estructura dada y unas reglas de equilibrio. La lógica no es coextensiva a la inteligencia, pero consiste en el conjunto de reglas de control que la inteligencia utiliza para dirigirse a sí misma. La moral tiene una función análoga respecto a la vida afectiva.9 (Negrita nuestra) Como se ve, los niños primero tienen normas, impuestas por la autoridad de los adultos. Son acatadas pero no comprendidas. Con las experiencias de socialización, van aprendiendo a dotar de valor a las normas, hasta que la moral se convierte de heterónoma (impuesta desde fuera), en autónoma (respetada por propia convicción.) Las ID sostienen precisamente lo contrario, que los valores son primitivos y que las normas son superiores, y posteriores. ¿Cómo fundamentamos ahora la diferencia entre una moral "valora-tiva" básica y una ética "deóntica" (la rama de la filosofía que se ocupa de las normas) superior? En la nota 9, al pie de pág. 3 del manuscrito de respuesta a Petruccelli, Sobre el Concepto de "Ética" y de Ciencia "Crítica", de febrero de 2000, las ID intentan reemplazar "valor" por "responsabilidad". Allí comienza un alegato que se extenderá varias páginas, y que es necesario transcribir porque la cuestión es nodal. Este juicio [del texto del autor] no es un "juicio de valor", ya que mide o juzga desde la no-vida de la víctima (véase cap. 1 de mi Ética de la Liberación (1998), sino que es un juicio deóntico cuya normatividad está ya presente implícitamente en el tipo de sujeto (sujeto ético) del juicio empírico. P. e. "Juan come", es un juicio empírico. Pero si Juan no comiera, siendo Juan un sujeto responsable (sic) [del autor] de sus actos, se suicidaría. Pero aunque Juan puede (como posibilidad física o instrumental) suicidarse no logrará justificar dicho acto éticamente. Luego, "Juan debe comer para no suicidarse". Aquí no ha intervenido para nada un juicio de valor, porque hay una normatividad propia en el hecho humano de la "responsabilidad" propia de la "auto-conciencia" práctica del sujeto, que aún puede ya estudiarse en las teorías neurológicas del cerebro (véase la obra del Premio Nóbel de Medicina Gerald M. Edelman, Bright Air, Brilant Fire. On the Matter of the Mind, Basic Books, Harper Collins Publishers, Comienzan sosteniendo que "un juicio no es de valor si se lo juzga desde la no-vida del sujeto", desde su sufrimiento y miseria. Es una afirmación extraña. Significa suponer que lo contemplado desde el mal, (la miseria, etc.), un valor negativo, no es un valor, sino una norma, un deber. No podemos comprender como se realiza semejante transformación, ni encontramos en el texto los argumentos. Continúa defendiendo que en realidad el juicio empírico (de meros hechos) "Juan no come" -para abreviar- debe interpretarse realmente como "Juan debe comer para no suicidarse", lo cual simplemente no es cierto; hace una extensión personal de su juicio de valor: es al relator al que le parece mal que Juan se suicide. El "sujeto ético" Juan no opinó: no hay ningún juicio empírico que rece "Juan sostiene que el suicidio es malo", y no hay razón para presuponerlo o considerarlo tácito. Se trata de lo que le atribuyen. Es, quizás, un ejemplo mal elegido, que revela un débil manejo de Según las ID, en ese basamento de la norma ética, (?) "no ha intervenido ningún juicio de valor", debido a que está fundado en la "responsabilidad propia de la autocon-ciencia práctica del sujeto." En castellano, Para el Diccionario de Pero no es el Diccionario sino nuestro razonamiento el que rechaza el argumento: La responsabilidad implica al valor, que está primero. Nadie se hace responsable de una mota de polvo, se hace responsable de algo que tenga alguna clase de valor, si no ¿para qué responsabilizarse? El juicio "Juan debe comer para no suicidarse" presupone que el suicidio es malo, o que la vida es buena, aunque sea muy obvio. No hay manera de escamotear el valor. Las normas por si solas no se imponen a la conciencia, según sabemos todos los que conocemos los semáforos y las luces rojas. Una vez más, es imposible fundar una ética o una moral sin valores. Queda una cuestión muy importante. El autor sostiene que "Juan no come" es "un juicio deóntico [relativo a las normas] cuya normatividad está ya presente implícitamente en el tipo de sujeto (sujeto ético) del juicio empírico." Además, la expresión "tipo de sujeto, sujeto ético" ¿A qué se refiere? Es un circunloquio hermético para no repetir claramente que ese tipo de sujeto (el sujeto humano), lleva en su "auto-conciencia práctica", inscrita en su cerebro, de la que no podría desprenderse, es decir, en su esencia, la condición ética, porque está presente implícitamente. Sería inherente a la condición humana. No habría sido adquirida, ni aprendida, ni transmitida, ni siquiera construida por el propio sujeto. Le pertenece por el sólo hecho de ser sujeto. La idea parece recogida de Hume (ya citado): (...) Se halla influído por la idea de hay una ‹‹naturaleza humana›› que es igual en todos los hombres y que hace posible no sólo ciertas regularidades en la conducta moral, sino también la aceptación de la obligación, de la justicia y de otras ‹‹normas›› morales y sociales.1 0 Se trata de la característica concepción apriorística de los empiristas del siglo XVIII, retomada como contemporánea. No cabe aquí una refutación del apriorismo, que rechazamos. Para redondear el punto. Ya vimos que esas ideas contraponen una "ética crítica", avalorativa, marxista, a una "moral funcional, con juicios de valor basados en la normati-vidad hegemónica" (burguesa) En el segundo caso, no se entiende por qué estos tienen que ser procapitalistas, y de hecho no es así. Más aun, tenemos muchos amigos que viven bajo el dominio de la burguesía, que tienen una apasionada moral anticapi-talista y parecen vivir muy felices. Algunos detalles Le reprochan a Ariel Petruccelli tomar el concepto de "ética" de la filosofía analítica -cosa que no hace- mientras que uno de los citados a su favor, Hilary Putnam, no sólo se dice y es considerado de filiación analítica, sino plenamente empirista, que declaró que "cientifizar" los estudios sociales "era una idea de bárbaros"1 1. El positivismo es bueno o malo según esté a favor o en contra del autor. Remite la cita de Putnam al libro de Feyerabend Límites de la Ciencia, capítulo 10, Putnam on Inconmesurability, pag 265 y ss, pero idéntica edición de idéntica fecha, etc. tiene nada más que ocho capítulos y 153 páginas, de modo que, en este punto, nos hemos visto privados de leer a Putnam de su propia pluma. Renglón seguido cometen otro lapsus calami: "Pero existe para Marx una "ética" como crítica, y, tal como la ha definido, se origina desde la "dignidad" [dignidad es un valor, N. de Z.A.] del trabajo vivo (lebendige Arbeit)- y desde ningún valor "moral", porque el trabajo vivo no tiene valor, ya que "es la fuente creadora de todo valor (...) "Confunden valor económico con valor moral. Para las ID, la moral valorativa es intrasistémica, propia del sistema económico-político de su tiempo, limitada en sus horizontes al sistema al que pertenece, y la ética normativa es transistémica, transhistórica, avalorativa, es decir, objetiva, que es lo que la garantizaría como científica. Extienden esto al conocimiento, cuando se refieren a Ricardo y Smith. La amplitud histórica agrega perspectiva, posibilidades de comparación, profundidad, pero de ninguna manera garantiza objetividad, cientificidad, ni verdad. No hay diferencia cualitativa entre una y otra. Si el solo hecho de mirar desde un sistema a otro, es decir, hacia atrás en la Historia, asegurara la verdad, cualquier cosa que dijéramos ahora, desde el capitalismo, referida a cualquier momento anterior al capitalismo, tendría que ser cierta, por absurda que fuera. La idea de transistematicidad es presentada como original o nove-dosa, pero no lo es. El concepto de estructuras intra y suprasistémicas (estructuras intra y supraestructu-rales) es antigua y familiar para los aficionados a cualquier ciencia, a menos que sean positivistas. No necesitan ser diacrónicas, pueden ser y son también sincrónicas. Se llaman suprasistémicas, por ejemplo, a las que se mantienen constantes en los ritos mortuorios, o en las estructuras de parentesco, de distintas culturas contemporáneas o distantes en el tiempo, u órganos equivalentes en animales con distinto grado de evolución: lo constante tiene un grado de generalidad y abstracción mayor. La idea es mucho más amplia y rica de lo que las ID nos la exponen, y de lo que lo que podemos desarrollar aquí. El "movimiento dialéctico" y la "diacronía dialéctica", aparecen nombrados pero no explicados. No puede descubrirse en el texto que diferencia hay entre el movimiento dialéctico y el movimiento común de La incomprensibilidad crónica del término "dialéctica", y la manera de usarlo, le hace correr el riesgo de que se lo utilice como arma de terrorismo ideológico. Concretamente ¿Qué es la dialéctica? Las ID responden a Ariel Petruccelli con un largo argumento sobre la calificación del robo, si es un verdadero robo o no lo es, si es robo en otro régimen pero no en éste, etc. Son consideraciones acerca del objeto, pero están fuera de tema, porque no es de eso de lo que estamos hablando, sino de qué naturaleza (ética o moral, mediante valores o mediante deberes) es el acto por el cual el sujeto aprecia que el robo es incorrecto. Lamentable lapsus de las ID la cita de Husserl como dándoles la razón, (que de todos modos flaco favor les haría semejante apoyo), como sustentando su concepción de Norma, cuando en realidad Husserl, en Investigaciones Lógicas, citado por Ferrater Mora, opinaba que: Toda ciencia normativa ha de fundarse en una ciencia teórica. Pues mientras las disciplinas normativas, determinadas esencialmente por la norma fundamental o –en el caso de la ética- por lo que debe ser en cada caso el "bien" acaban en un relativismo de carácter hedonista, en las disciplinas teóricas, falta esta referencia central de todas las investigaciones a una valoración fundamental como fuente de un interés predominante en la normación.1 2 Por si quedara oscuro: mientras las ID opinan que la ética debe estar fundada en normas parcializadas –a favor del proletariado- Husserl opinaba que las normas, entre ellas las éticas, deben buscar garantía de desinterés en las ciencias teóricas. Exactamente lo contrario. En síntesis, nos parece que queda claro que en el terreno de la ética-moral no se puede prescindir del concepto de valor, como pretenden las ID. El concepto de ciencia Parece que las ID tienen un vacío o una confusión ya señalada por Petruccelli y no respondida. Se trata de la Ciencia y de lo que el científico hace, y retomo la cita sobre Copérnico. Ya dijo Petruccelli que la Ciencia formula leyes que tienen en común la capacidad de describir series de fenómenos, ser comprobables mediante la observación de los hechos y la experimentación, ser capaces de predecir completa o estadísticamente, etc. La actividad de un científico dado, El "Hombre de Piltdown", "descubierto" en 1912, se reveló como falso apenas en 1954 y quedó fuera de No todo lo que los científicos dicen es verdad, a veces ni siquiera es científico. Eso está por verse. El científico lo propone y debe ser sometido a prueba para aceptarse como verdad provisoria. Como dijimos, no vamos a defender a la Ciencia, que no lo necesita porque se defiende sola, como lo demuestra su curso creciente en tres milenios o más. Podemos, en cambio, recordar que es el único instrumento de conocimiento objetivo y verdadero que tenemos, mal que le pese al posmodernismo. La ideología Hay una entidad de igual importancia y paralela a la Ciencia, que el marxismo no ignora, pero las ID sí. Categóricamente, puesto que no la usa ni una vez en estos trabajos. Es La Ideología no es una sola, masiva y unilateral. Las hay sistemáticas y totales ("el capitalismo es el mejor sistema") y pequeñas y parciales, ("los pobres son pobres porque no quieren trabajar"), las hay pro y antiburguesas, de naturaleza seudo científica, seudo filosófica, política, y todo lo imaginable, y muchos de nosotros, sin saberlo, hemos sido activos constructores de la segunda, pero tiene figuras más prominentes, que merecen ser nombradas: Stalin y sus discípulos, (recordar a Lisenko y la Academia de Ciencias de la URSS en su totalidad); el excelso Mao Tsetung (o Mao Zedong, como se dice ahora, y una verdadera nube de ideólogos de izquierda de segundo, tercer y cuarto orden. Todo se simplificaría para las ID y para todos nosotros si fueran capaces de comprender que la "ciencia funcional", suponiendo que supiéramos exactamente qué es, simplemente es Ideología, lo queramos o no. Llama mucho la atención que las ID en ninguno de los dos trabajos que les conocemos sometan a comparación Su bloqueo para ver nítidamente a la Ideología, lo lleva a extremos absurdos, como reivindicar En un punto fundamental las ID están acertadas, aunque no sean originales. Hay una más que centenaria discusión (desde Hume, posiblemente, pero vigorosa desde Comte) entre los positivistas, hoy imperantes en EE.UU y parte del resto del mundo, acerca de cómo comienza el conocimiento. Para los positivistas, comienza por la observación, por la percepción, por los sentidos. Para ellos cada percepción es una unidad indivisible, primaria. Por ejemplo, no veo un libro, sino un rectángulo, que mi experiencia asocia primero al cartón, etc., por fin a un libro. En el positivismo puro no existe cerebro, la asociación se efectúa en una caja negra, es decir incognoscible, de la que sólo puedo registrar los ingresos y egresos (inputs y outputs). No se puede conocer lo que no entra por los sentidos, y la mente no puede producir conocimiento. La posición opuesta afirma que el conocimiento comienza en el cerebro, mediante procesos psicológicos (y seguramente neurológicos) que pueden ser y son investigados, que la percepción no es indivisible sino compuesta, como se sabe desde Helmholtz, en el siglo XIX, y se profundizó con las investigaciones modernas sobre las ilusiones ópticas; y por fin, que los procesos mentales inician y dirigen la relación con el objeto, y que en la medida en éste cambia al sujeto, se produce conocimiento. También la mente "produce" conocimiento: Hay una experiencia apasionante, y permítannos que la citemos: Los datos de desarrollo concernientes a la idea de que una situación real siempre es el resultado de muchas situaciones posibles precedentes, y que otras situaciones pudieron haber tomado el lugar de la observada primariamente, es un contraargu-mento particularmente notable a las teorías empiristas. Para tomar un solo ejemplo: pedimos a niños entre 3 y 11 años que coloque tres dados en un trozo rectangular de cartón en todas las formas posibles. El niño de 3 años pone los dados en determinada posición, p. ej. en tres de las cuatro esquinas, y, al pregun-társele cómo puede colocarlo en otras formas, negará que sea posible alguna otra posición. Aquí, como en otras experiencias, parece que una vez que el niño ha creado una situación dada, esta situación toma la apariencia de necesidad, y que, en su mente, si la situación es lo que es, lo es porque no puede ser de otra manera. Las otras únicas posibilidades consideradas son análogas a la primera situación que crearon: p. ej. ponen los dados en tres esquinas, pero esta vez ocupan la esquina que habían dejado vacía la primera vez. Hacia los siete años de edad, se han hecho grandes progresos en este problema: los niños son capaces de mostrar cuatro a seis alternativas a su primera elección; no obstante, habiendo demostrado media docena de posibilidades, declaran que es todo, y que no pueden encontrar otras. A la edad de 9 o 10 años, se ha hecho mayor progreso, y los niños pueden mostrar algunas posibilidades adicionales; después de su primera ubicación, declaran inmediatamente que éstas son sólo muestras de una cantidad de otras, y si se desea conocerlas a todas, se deberá contar hasta diez, veinte, treinta, o aun más. A nivel formal, se ha conseguido otro paso hacia adelante: los niños colocan el dado al azar, diciendo que hay un sinfín de posibilidades (las palabras "sinfín" o "infinito" son usadas espontáneamente, sin que el experimentador las incluya en el cuestionario) Claramente, la idea de diferentes posibilidades y su número infinito no es una característica observable de la realidad, y contradice la teoría empirista del conocimiento; al mismo tiempo, la elaboración muy gradual de esta idea va en contra de las teorías innatista o apriorística. Es un excelente ejemplo de cómo la mente crea conocimientos al solucionar problemas. En la investigación empírica usual, se deben buscar datos, y este es el punto en el que coincidimos con las ID: "No se encuentra lo que no se busca", que al mismo tiempo es uno de los aforismos que sintetizan esta cuestión. Sin una orientación rectora, un interés o inclinación, una preferencia, un estado de ánimo apropiado, no se encontrará al azar ningún dato ni se verán los problemas. En términos de las ID, no se lo descubrirá. Pero ello no basta. No es cuestión de "ponerse de parte" solamente, de un mero acto subjetivo, de una intención: ...el conocimiento no comienza con la observación directa sino por los sistemas de acción que transforman los datos observables otorgándoles significación. (negrita de Z.A.) En particular, los observables ya no pueden ser concebidos como dados con independencia de los instrumentos de conocimiento, de modo tal que sólo hay observables cuando los contenidos del objeto son asimilados a un marco de relaciones y correspondencias, primero senso-riomotrices y luego conceptuales. Y, lo que es crucial, los instrumentos de interpretación de los observables han sido construidos a lo largo de una compleja interacción entre el sujeto y el objeto. Los sistemas de conocimiento ni provienen de una preformación ni provienen de la experiencia, son engendrados por reorganizaciones de otros anteriores mediante procesos de abstracción y generalización, a partir de desequilibrios en el funcionamiento de aquellos.13 Vemos que "ponerse de parte" es muy tosco y primitivo en comparación con los requisitos epistemológicos verdaderos. Y los instrumentos de conocimiento a los que se refiere la cita son p. ej. las hipótesis, no mencionadas por las ID. La cuestión nos remite a la Teoría de la Hipótesis, más exactamente a la relación del investigador con su hipótesis. Someramente, se necesita que el investigador trate intensamente de corroborarla, sin descartarla al primer contratiempo, pero al mismo tiempo es imprescindible que no se olvide, como principio fundamental, de que la hipótesis es apenas una herramienta transitoria, que él mismo debería estar advertido de cambiar -o desechar- si resulta refutada (ahora se dice "falsada"). Debe evitar las hipótesis ad hoc como flotador para salvar conjeturas heridas de muerte. Y no debe olvidar que jamás se "demuestra" definitivamente una hipótesis, se la corrobora transitoriamente. Bien, Popper elemental, y Lákatos, y otros. El problema es que las ID no se proponen como hipotéticas, sino como postulados: "La ciencia debe ser crítica a priori, si no ni siquiera es verdadera ciencia (funcional)" (negritas nuestras) atropellando, como reconoce, toda la epistemología conocida. ¿Porqué lo hace? La respuesta seguramente es política, y escapa al alcance de esta presentación, pero no escapa a la reflexión del lector. No vemos, ni conocemos a nadie más que vea el menor conflicto entre ciencia y crítica. De hecho, es la Ciencia la que provee el material para criticar, como según creo, y admiten las ID, hizo Marx. Como ya alguna vez dijimos, nada nos impide formular "Todos los patrones son ricos. Todos los obreros son pobres. Es posible que los obreros sean explotados por los patrones", y se pase a investigar sobre el terreno, no en el escritorio. Esa es la única ciencia posible, que algunos haremos crítica y otros tratarán de hacer ideológica, y es más que suficiente. La que usó Marx. Las ID funcionan de otra manera: toda su argumentación está basada en la interpretación de textos –la hermenéutica, casi la exégesis-, principal pero no exclusivamente de Marx, sin la menor mención de la realidad, pasada ni actual. Eso le da a su trabajo un halo que no es científico ni filosófico, sino escolástico, con reminiscencias de la leyenda de los monjes medievales que, ante la duda de cuantos dientes tenía el caballo, se pusieron a revisar a Aristóteles, en vez de salir al prado a contárselos a los caballos. Recordemos que las ID no carecen de antecedentes, entre ellos los de Heinrich Rickert, (1863-1936), inspirado en gran parte por Wilhelm Windelband (1848-1915), ambos de la escuela de Baden. De él dicen Reale y Antiseri: Conocer significa juzgar: aceptar o rechazar, aprobar o reprobar. Eso implica el reconocimiento de un valor, de un ‹‹deber ser›› que sirve de fundamento al conocimiento.14 Y continúan enseguida: (...)es la conciencia en general (Bewusstsein überhaupt) (...) Esta ‹‹conciencia en general›› no sólo es lógica, sino también ética y estética. En tan poco espacio no podemos dar una idea acabada de las similitud de las ideas. Sugiero consultar las fuentes. El problema principal El problema fundamental del trabajo criticado se resume perfectamente en una cita que de Levinas hacen las ID en su trabajo: "(...) al nivel ontológico (le antecede) el nivel ético" alrededor de la cual de desarrolla todo el concepto de Tercer Criterio de demarcación. El trabajo llega a parecer una larga perífrasis de Levinas. Si lo tomamos literalmente, "lo ético está antes de lo ontológico" significa que las cosas son buenas o malas antes de existir. En este caso, por ejemplo, el proletariado ya sería revolucionario en el comunismo primitivo. Como, aplicado así, el Tercer Criterio se transforma en un absurdo, las ID nos aclaran que el Tercer Criterio es epistemológico (criterio de conocimiento), no ontológico (criterio de existencia): las cosas son buenas o malas antes de conocerlas, no antes de existir. A mayor abundamiento, la cita de Marx que considera su principal apoyo, en la pág. 103, reza "una expresión teóricamente palmaria" (..) "ya teóricamente puesta en claro por ellos". Marx no habla de "ser" o de "existencia", sino de teoría, es decir, de conocimiento. Sin decirlo, bajan del nivel ontológico al nivel gnoseológico, de la Teoría del Conocimiento, o Epistemológico, antes patrimonio de la Filosofía, ahora de Como se ve, una vez más la afirmación es epistemológicamente imposible, no formulable. No necesita demostración asegurar que nada se puede decir de lo desconocido. Es más, sorprende que las ID hayan tomado el riesgo de afirmar la posibilidad del juicio a priori. En otro terreno, el de la Lógica, no se puede predicar de un sujeto desconocido. ¿Cómo vamos a decir que la mesa es verde si ni siquiera sabemos si hay una mesa? No lo podemos traducir por "x es verde" porque saber que es "x" ya es saber algo, por ejemplo que existe, y nosotros no sabemos nada. Tendríamos que decir "..............es verde". Pero, si no sabemos nada ¿cómo sabemos que es verde? Por lo tanto ¿cómo nos ponemos de su lado? Por definición, no puede haber predicado si no hay sujeto, porque se predica de algo, y no hay sujeto si no lo conocemos. Lo que las ID hacen, para salvar la dificultad, es olvidarse de que toman lo que saben del proletariado y su situación desde antes de ahora. No es cierto que no sabe nada. Saben, por ejemplo, y como mínimo, todo lo que dijo Marx. ¿Cómo adquirió Marx ese conocimiento? Ya hemos visto que no pudo ser juzgando a priori, y, tal como lo dice, lo hizo científicamente, es decir, de la única manera posible, conociendo (estudiando, analizando, hipote-tizando) primero y juzgando (o como se llame) después. De manera que las ID toman partido a partir de lo que ya saben, adquirido en largos años de estudio, como si no supieran nada, y a partir de allí pretenden que lo averiguaron gracias al Tercer Criterio y nos proponen que lo adoptemos de aquí en adelante. Y como corolario, lo que nos proponen (¿cómo tarea revolucionaria?) "no será ya simplemente repetir la crítica de Marx, sino efectuar la crítica de sus críticos." En síntesis, el Tercer Criterio de Demarcación es un absurdo Lógico y Epistemológico. Ya hemos visto la relación de las ID con la Escuela de Frankfurt y Veamos in extenso una cita muy ilustrativa: La teoría crítica, sucesora de la Escuela de Francfort, es una variedad de sociología humanista, ( o filosófica o de café). Se caracteriza por una mezcla de Hegel, Marx y Freud; la tesis de que todo conocimiento nace de los intereses materiales, y sirve a ellos; el rechazo de la distinción entre ciencia e ideología; la denuncia de la ciencia y la tecnología como servidoras del capitalismo tardío; el rechazo del racionalismo y el cientificismo; la exigencia de que las ciencias sociales se conviertan en una herramienta para el cambio social, y una prosa ver-bosa, pesada y semiopaca carente de números y fórmulas. (...) El oscurantismo, antaño coto de la derecha, hoy hace a menudo ostentación de ropajes izquierdistas y se ha convertido en popular en el ámbito universitario, donde se atrincheró. (...) Quinto, y consecuencia de lo anterior, confunden la ciencia con la tecnología, y por ende, son incapaces de entender que la ciencia básica es neutral e inocente, y por ello inútil como agente del cambio social; que es valiosa no sólo como insumo para la tecnología sino también para ayudarnos a entender el mundo. Sexto, rechazan la distinción entre ciencia e ideología. En efecto, dos dogmas centrales de la teoría crítica son: (a) cien-cia=tecnología=ideología capitalista; y (b) los sociólogos están necesariamente comprometidos o bien en la conservación o bien en la crítica y modificación de la sociedad, de donde deriva el adjetivo "crítica". Séptimo, sostienen que la ciencia no es episté-micamente objetiva ni moralmente neutra. (...) De este modo, pese a su retórica revolucionaria, la teoría crítica se ha convertido en una válvula de seguridad académicamente respetable para no conformistas. (...) En suma, la teoría crítica no es ni una cosa ni otra cosa.14 Con su perfecta descripción, Bunge nos ayuda a comprender que no se trata de aquella rara avis, sino de toda una corriente de pensamiento posmoderno, irracional, que utiliza su lenguaje marxista contra los objetivos de Marx, empezando por el intento de desvirtuar la independencia y seriedad de la Ciencia, pero que prosigue hasta en los detalles. Saquemos nuestras propias conclusiones. Este trabajo figura firmado por un solo autor, Zoilo Achával. En realidad fue poco más que el secretario y mecanógrafo El grupo estuvo integrado por Ariel Petruccelli, Luis Castelli, Néstor López Collazo, Lucio Argañaraz, Heriberto Zardini, y Mario Xiques, (el orden no significa prevalencia) y fue el grupo el que decidió que se firmara como se ve. Z. A. El Perdido, 2 de abril de 2000 Bibliografía sugerida 1. Adorno, Theodor W.: Sobre la Metacrítica de la Teoría del ConocimientoEdit. Planeta-Agostini, Barcelona, 1980 2. Althusser,Louis.: Curso de Filosofía para Científicos,Edit. Planeta-Agostini, Barcelona, 1985 3. Baker, G. Y Clark, L.: 4. Bréhier, Emile.: Historia de 5. Bunge, M.: Causalidad. Eudeba, Bs. Aires, 1961 6. Bunge, M.: Intuición y razón. Edit. Tecnos, Madrid.1986 7. Bunge, M.: La Ciencia, su Método y su Filosofía. Edit.Siglo Veinte, Bs.Aires, 1984. 8. Bunge, M.: Las Ciencias Sociales en Discusión. Una Perspectiva Filosófica. Ed. Sudamericana 1999 9. Bunge, M.: Sistemas Sociales y Filosofía.Edit. Sudamericana, 1995 10. Bunge, M: Sociología de 11. Bunge, Mario.: Ciencia, Técnica y Desarrollo. Edit. Sudamericana, Bs. Aires, 1997 12. Cohen, M. Y Nagel, Ernest: Introducción a la Lógica y al Método Científico.2 Tomos. Edit. Amorrortu, Bs. Aires, 1993 13. Compte, Auguste.: Discurso sobre el espíritu positivo. Ed. Sarpe, Madrid, 1984 14. Comte, Augusto: Curso de Filosofía Positiva. Ediciones Orbis, Bs. Aires, 1984 15.Entel, Alicia, y otros:Escuela de Franckfurt. Eudeba, Buenos Aires, 1999 16. 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Samaja, Juan: Epistemología y Metodología.Eudeba, Bs. Aires, 1997 49. Waddington, y otros:Hacia una Biología Teórica. Alianza Editorial, Madrid, 1976 50. Weber, Max:Sobre la Teoría de las Ciencias Sociales.Edit. Premiá México 1988 51. Wittgenstein, L. Conferencia sobre ética. Ed. Paidós, Barcelona, 1997 *Médico, miembro del Consejo de Colaboradores de 1 Revista Herramienta Nº 9, Otoño 1999, Bs. As, pag. 114. 2 Ferrater 3 Lákatos, Imre: La Metodología de los Programas de Investigación Científica. Madrid, Alianza Edit., 3ª reimp. 1998. 4 Feyerabend, Paul K.: Contra el Método. Esquema de una Teoría anarquista del Conocimiento. Edic. Orbis, Bs. Aires, 1984 5 Herramienta, ya citada, pag. 103. 6 Ferrater Mora, op. cit. Tomo II, pág. 1288. La obra de Jay citada es 7 Reale, G. Y Antiseri, D.: Historia del Pensamiento Filosófico y Científico. Edit. Herder, Barcelona, 1992, Tomo II, pág. 198. 8 Piaget, Jean: El Criterio Moral en el Niño. Edit. Fontanella, Barcelona, 3ª ed. 1977, pág. 9 9 Idem, pág. 336. · Nos sorprende la mención de Gerald M. Edelman, Premio Nobel de Fisiología 1972, autor de una notable teoría acerca del funcionamiento cerebral como si fuera un ordenador, gracias a unas proteínas llamadas tubulinas, que funcionarían como transistores. Como se nos escapa por completo la relación, sería bueno saber que vínculo podría haber entre las ID y las ideas de Edelman. 10 Reale y Antiseri, op. cit. Tomo II, pág. 1575 11 Bunge, Mario: Las Ciencias Sociales en Discusión. Una perspectiva filosófica. Edit. Sudamericana, Buenos Airese, 1999, pag. 112. 12 Ferrater 13 Piaget, J., Apostel, L., et al.: Construcción y Validación de las Teorías Científicas. Ed. Paidós, Bs. Aires, 1986 14 Reale y Antiseri, op. cit. Tomo III, pág.402 Disponible en: http://www.herramienta.com.ar/modules.php?op=modload&name=News&file=article&sid=187 BLOG: EPISTEMOLOGÍA DE LAS TEORÍAS RODOLFO-J.RODRIGUEZ-R San José, Costa Rica Blog 2: http://cognoscibilidad.blogspot.com/ E-mail: rodolfojrr@gmail.com. ![]() Ideología e irracionalidad
Por Episteme - 15 de Septiembre, 2007, 19:10, Categoría: Sociocrítica
Ideología e irracionalidad Jorge Dutra* El enlace entre Ética y Ciencia en el "programa de investigación de Marx" que presenta Enrique Dussel en su artículo El programa científico de investigación de Carlos Marx (Ciencia social funcional y crítica) aparecida en Herramienta Nº 9 resulta, según mi opinión, sumamente convincente y, sobre todo, estimulante. Según puede leerse en Herramienta Nº 12 y en otros artículos posteriores, esta opinión no es unánime ya que Ariel Petruccelli y Zoilo Achával, cada uno según su óptica, hacen una serie de severas críticas al artículo antes mencionado. La intención de las siguientes notas es aportar algunas opiniones en esta polémica. Gran parte de la discusión anterior se centra en los llamados criterios de demarcación de las ciencias. Las hipótesis que sostendrá este artículo pueden sintetizarse así: a) el llamado primer criterio de demarcación es enteramente insuficiente para distinguir entre ciencia y no ciencia; b) con respecto al segundo criterio se intentará demostrar que no existe oposición absoluta entre ciencias naturales y sociales; c) el tercer criterio es de uso habitual en las ciencias sociales y, en todo caso, su utilidad no es menor que los otros criterios y sus dificultades no son mayores que los criterios primero y segundo; d) hay, en la visión de los contradictores de Dussel, una sobreestimación absoluta de Criterios de demarcación Primer Criterio El primer criterio de demarcación es mencionado por todos los pole-mistas. Aunque todos los polemistas lo aceptan Dussel lo relativiza bastante. En cambio los contradictores de Dussel parecen admitirlo sin mayor discusión, como miembro de una familia llamada epistemología "standard". La evidencia de las polémicas desatadas en torno a numerosas cuestiones parecen indicar que esta familia no es muy unida y que el criterio falsacionista no es unánimemente aceptado, ni muchísimo menos. La cuestión de la demarcación entre ciencia y no ciencia era una preocupación central del movimiento llamado "neopositivismo" (o empirismo lógico) nacido en Viena (de allí el nombre de Círculo de Viena que algunas veces se le da a esta corriente) en 1925. Sus principales figuras fueron Ludwing Wittgenstein y Rudolf Carnap y resulta de una peculiar convergencia de la reformulación empirista (empirocriticismo) de Ernst March y del desarrollo de la lógica formal por parte de Bertand Russell, entre otros. Suele admitirse que el resultado mas importante de la crítica neopositivista es la distinción, hecha con enorme rigor, entre dos tipos de proposiciones lícitas pero irreduc-ibles la una a la otra: las proposiciones lógicas y las proposiciones factuales. Sin embargo, en la cuestión de distinguir ciencia de no ciencia, el movimiento neopositivista exagera las características puramente convencionales, olvidando, o subestimando, cuestiones de gran importancia como la historicidad de las teorías científicas. Si bien Popper nació en Viena y tuvo contactos con el Círculo, no entró a formar parte de él. Sin embargo, compartía con el movimiento neopositivista la convicción de que ninguna actividad filosófica que se separe de la ciencia puede conducir a resultados válidos y resaltaba, en consecuencia, la necesidad de demarcación entre ciencia y metafísica. Se oponía al inductivismo como método de la ciencia y al principio de verificación como criterio de demarcación entre ciencia y metafísica. Proponía, en cambio, que la ciencia estaría caracterizada por un método hipotético deductivo y la misma resulta distin-guible de la metafísica mediante su propia falsabilidad. Para Popper una hipótesis "disparatada" se distingue de una hipótesis científica en que esta última puede ser controlada, confrontada con la experiencia y, por ende, falsada por ella. El falsacionismo recibió críticas de diferente índole. La primera está referida a que, si bien las teorías pueden ser refutadas de manera concluyente a la luz de las observaciones, estas mismas observaciones están teñidas de hipótesis previas. En segundo término las críticas señalan que no se puede falsar de manera concluyente una teoría, porque no puede afirmarse, sin lugar a dudas, que la responsable de la predicción errónea sea Popper, que era reaccionario2 pero no idiota, era conciente de estas dificultades y elaboró una teoría mucho más complicada que la simple falsación, pasando por ejemplo del principio monoteórico de 1935 (La lógica de la investigación científica) al multiteórico. En el modelo monoteórico la falsación de una teoría se realiza mediante la confrontación bipolar teoría – experiencia. En el modelo multiteórico, la falsación se realiza en una confrontación por lo menos tripolar entre dos teorías rivales y la experiencia. Por otro lado, para Popper el criterio de falsabilidad es convencional, y si las teorías deben ser falsables es porque así lo han decidido los científicos. Popper busca desligarse de las neopositivistras acusándolos de tener una concepción naturalista del principio de verificación: Por teoría naturalista de la falta de significación entiendo la doctrina según la cual toda expresión lingüística que pretenda ser un aserción está provista de significado o carece de él, no ya por convención o tomando como base unas reglas formuladas convencionalmente, sino como concreto dato de hecho, por la naturaleza misma de dicha expresión, del mismo modo que una planta es o no verde de hecho, por naturaleza, y no por aplicación de reglas convencionales. Su continuador, Lakatos, siguió esta línea y, en mi opinión termina modificándola profundamente. Las teorías rivales se convierten en "programas de investigación" rivales con un "núcleo duro" y un "cinturón protector". Según su evolución serán "fértiles" o "degenerarán". Numerosos analistas ubican su posición como intermedia entre Popper y Kuhn. El principal problema de la teoría de Lakatos es que el aspecto fértil o degenerativo de un programa de investigación es algo que no puede decidirse a priori sino a posteriori. ¿Qué caracteriza una teoría científica? Para Kuhn3 una teoría científica presenta alguna(s) de las siguientes características: 1. Una teoría científica debe ser precisa, debe posibilitar hacer distinciones dentro de su dominio. La precisión lógica de las consecuencias deducibles, requieren para ser científicas, estar de acuerdo con los resultados de la observación existente o experimental. 2. Una teoría para ser científica debe ser coherente, no sólo de manera interna o consigo misma, sino con otras teorías aceptadas, o debe justificar su discrepancia. 3. Una teoría científica debe ser amplia: las consecuencias de una teoría deben extenderse más allá de las observaciones, de modo que sus interpretaciones – sus principios – posibiliten interpretar un universo aún no observado. 4. Una teoría científica debe explicar los fenómenos, datos o efectos, que sin ella, tomados uno por uno, resultarían aislados y en conjunto serían confusos. 5. Una teoría científica debe ser fecunda, debe dar lugar a nuevos resultados de investigación, generar nuevas relaciones no observadas. 6. Una teoría científica debe realizar predicciones relacionadas con acontecimientos futuros. El criterio falsacionista, si bien importante, se muestra absolutamente insuficiente para responder qué es lo que falla. Esta es precisamente parte de la polémica epistemológica actual4 : si una teoría falla debería señalarse cuál o cuáles de las características mencionadas más arriba han fallado. Y luego responder ¿fallaron los supuestos más generales de la teoría (el "núcleo duro" para Lakatos), alguno de los supuestos auxiliares, los instrumentos de medición? Y aun así ¿si falla una teoría y se cuenta con una teoría alternativa, se la cambia?5 En todo caso los legítimos aportes que el neopositivismo o sus continuadores puedan darnos no consisten en una visión ingenua del falsacionismo popperiano. De hecho la evidencia histórica muestra que el marxismo tiene mayor vitalidad científica que el propio criterio con el que se pretende medirlo. El que tiene mayores dificultades en defender su propio estatuto científico es el criterio falsacionista de Popper, no el marxismo. Segundo Criterio: ciencias naturales y ciencias sociales El segundo criterio de demarcación no es enteramente aceptado por la epistemología "standard". En primer lugar no es posible establecer exactamente la frontera que separa ciencias naturales de ciencias sociales6 . En segundo lugar debe decirse que la cuestión relativa a la diferencia entre las ciencias naturales y las ciencias sociales es un problema que ha interesado a filósofos y epistemó-logos, los cuales han debatido este problema durante largo tiempo7 . El debate estaba centrado en ver si el método dialéctico, que se suponía propio de las ciencias sociales, se podía aplicar a las ciencias de la naturaleza y dividió aguas. Engels opinaba que sí, al igual que, en el siglo XX, Piaget8 ; por su lado autores como Sartre afirmaban que el método dialéctico era exclusivo de las ciencias sociales. Aunque en ninguno de estos problemas puedan darse conclusiones definitivas o siquiera provisorias, la más moderna epistemología parece darle la razón a Engels y Piaget en este punto. Estos epistemólogos (Schuster, F. 1997) sostienen que las ciencias naturales y las ciencias sociales comparten problemas comunes, tanto sea en cuestiones de índole cognoscitivo como metodológico. Así, por ejemplo, cuestiones vinculadas con la posibilidad de abstracción (en el sentido de precisar los rasgos de las entidades, individuos o situaciones que se describen), la capacidad generalizadora, la evidencia empírica, el neutralismo ético y la objetividad, constituyen temas de discusión, con dificultades muchas veces comunes en ambos tipos de ciencia. Muchas veces se señala como patrimonio exclusivo de las ciencias sociales la complejidad o multiplicidad de su objeto de estudio. Debe señalarse, sin embargo, que esta situación también se presenta en el campo de las ciencias naturales. Schuster (1997) señala también que: ...tanto en las investigaciones sociales como en las naturales no nos solemos contentar con la descripción de las situaciones aisladas, nos interesa averiguar también qué rasgos de las situaciones se reproducen y para conseguirlo necesitamos recurrir a las afirmaciones de tipo general. Si tenemos postulados generales que puedan considerarse apoyados por evidencia empírica, éstos son aptos para realizar descubrimientos, explicaciones y aplicaciones prácticas. En el caso de las ciencias sociales se puede también ver, como ocurre en las ciencias naturales, que los postulados de tipo general sirven, además de ayudamos a descubrir y explicar los hechos sociales, para llevar a la práctica nuestros conocimientos sociales. Las investigaciones sociales no se suelen agotar en sí mismas, se pueden llevar a cabo para saber lo que hay que hacer en determinadas circunstancias. Para ello se necesita saber qué es lo que ocurrirá si se efectúan ciertas acciones en un momento y en un sitio dados en el futuro. A fin de poder elaborar dichos postulados condicionales, los científicos sociales pueden sostener que necesitan enunciados de tipo general referentes a las consecuencias que pueden tener diversas posibles clases de acciones en diversas posibles clases de circunstancias. Suele afirmarse también que la posibilidad de experimentación o utilización de evidencia empírica es patrimonio exclusivo de las ciencias naturales. Ante esto cabe señalar que no toda investigación en el campo Con respecto a la posibilidad de lograr una utilización efectiva de la evidencia empírica en el campo de las investigaciones sociales, ha sido muchas veces cuestionada sobre la base del alcance limitado que en dicho campo tienen la experiencia y la medición exacta. Las observaciones que se requieren para fundamentar las teorías sociales son a menudo difíciles de realizar. Pero esta desventaja del investigador social es relativa. Lo mismo que en el caso de la multiplicidad y variedad de los rasgos la magnitud de la incapacidad no es más que una cuestión de grado. Hay casos en que la experimentación y la medición son posibles, pero aun cuando no se trate de un caso semejante siempre puede encontrarse evidencia, aunque sea de tipo incontrolado y cualitativo. De todos modos, la posición del investigador social es la misma que la de otros investigadores. No se puede, por ejemplo, observar ningún acontecimiento pasado pero se puede hacer referencia y formular hipótesis acerca de los mismos. Tampoco se pueden observar las ondas luminosas, los electrones, la gestación, pero ello no impide que los físicos y biólogos formulen y establezcan la evidencia necesaria para sus teorías acerca de estos asuntos. Se puede defender la autonomía de la investigación social fáctica sin que por ello se entienda que está desvinculada de los valores y de cuestiones éticas". (Shuster, . Op. Cit.) La discusión sobre la objetividad en las ciencias presenta varias aristas. En las propias ciencias naturales la objetividad no puede reducirse a un laboratorio aislado. La objetividad debe tener en cuenta, además de los instrumentos utilizados, al propio sujeto investigador, al científico. La ciencia se desarrolla, además, dentro de una comunidad científica (poseedora, según Bourdieu y otros autores, de un cierto capital cultural)9 en una sociedad y en una época determinadas. Desde este punto de vista el análisis adecuado de la objetividad Un cuestionamiento común hacia las ciencias sociales proviene del hecho de que el propio científico social sea participante de la actividad política. Aunque este sea un hecho que no se puede ignorar, hay que hacer notar, sin embargo, que el biólogo, por ejemplo, es también un organismo que actúa junto con otros organismos, y algo similar ocurre con el físico que es un cuerpo con una masa dada, que interactúa junto con otros cuerpos. Pero de lo anterior no puede inferirse que las leyes y teorías que los biólogos y los físicos propongan se vean influidas desfavorablemente por su entorno biológico o físico a expensas de Nadie es causalmente independiente del objeto de su investigación. Si se quiere alegar que existe alguna relación causal específica que tenga un efecto pernicioso sobre la investigación, hay que indicar en cada caso cuál es ese efecto. Quienes hablan de la falta de independencia del medio ambiente que padece el investigador social suelen fijar siempre su atención en la fuerza especial de los intereses y emociones que giran en tomo a sus relaciones con las demás personas. Pero olvidan que los intereses y las emociones, por muy fuertes que sean, no provocan necesariamente la parcialidad o el prejuicio. Los provocan únicamente cuando el investigador encuentra mayor satisfacción eludiendo las dificultades y no procura superarlas. Lo que importa aquí no es la fuerza de los intereses ni la intensidad de los sentimientos, sino más bien saber si esos intereses y sentimientos son capaces de producir un efecto deformador especial en las creencias sociales." (Shuster, op. Cit.) En base a estas consideraciones Shuster concluye: ...podemos decir que las diferencias entre las ciencias naturales y las sociales son de grado, y que comparten un conjunto de problemas cuyas soluciones, naturalmente, se intentan desde las perspectivas propias. Al mismo tipo de conclusiones, creemos, puede llegarse a través de la discusión acerca del método de la ciencia, y de las relaciones entre el método y las teorías científicas. También los problemas vinculados con la producción y con la validación del conocimiento encuentran vertientes comunes en ambos tipos de ciencias. Así, la posibilidad de discutir una lógica, o una metodología, del descubrimiento científico (inductiva, abductiva, algorítmica, etc.), o preguntarse acerca de los enunciados de la ciencia y su modo de verificación, constituyen preocupaciones también compartidas. Por otro lado (...) existe la posibilidad de aplicar una variedad de métodos, algunos de ellos tanto en las ciencias naturales como en las sociales (inductivo, hipotético deductivo) y otros más propiamente en las ciencias sociales (dialéctico, progresivo, regresivo, semióticos, fenomenológico, hermenéutico, de la comprensión). También se pueden elaborar modelos en las diferentes ciencias. El pluralismo metodoló-gico constituye una característica importante de la ciencia que puede destacarse tanto en las naturales como en las sociales." Y también que: "la ciencia no puede operar en un vacío intelectual, guiada únicamente por su lógica interna y su normativa universal. El mundo científico es parte integral del mundo en su totalidad y como tal está sujeto a fuerzas políticas y económicas. Tercer criterio Clasificación "estándar" de las ciencias sociales Las ciencias sociales, a diferencia Esta clasificación respeta, aproximadamente, el orden histórico de aparición de las concepciones. La búsqueda de "cientificidad" llevó al surgimiento de nuevos "paradigmas", "criterios de demarcación" o concepciones. La concepción conductista se mostró insuficiente para esta búsqueda y fueron necesarios nuevos pará-metros para los criterios científicos, los cuales fueron aportados por la ciencia crítica. Orígenes de la ciencia social crítica. La Escuela de Frankfurt A principios de la década del 20, un grupo de científicos sociales que serían conocidos posteriormente como La Escuela de Frankfurt examinó la postura de pensamiento de la ciencia de su momento y estudió los modos de conocimiento a las que esta forma de ciencia se había opuesto y había depuesto, y empezó a definir las limitaciones de lo que podía ser pensado desde el entramado de la ciencia contemporánea. Sobre esta base, definieron un campo de conocimiento más amplio en el que tanto la ciencia de principios del siglo XX como aquello a lo que se había opuesto podían ser comprehendidos conjuntamente: comenzaron a definir los elementos de ideología comunes a la ciencia y a su oposición y empezaron a descubrir cómo era necesario redefinir la ciencia para poder superar sus contradicciones internas, en especial, para que los científicos de la época pudiesen reconocer que su ciencia continuaba el neto carácter ideológico16 que ellos habían tratado de expurgar del saber, del discurso y de la práctica de la ciencia y la filosofía de mediados del siglo XIX". (Kemmis, S. 1998: 89) El análisis de la ideología ha sido proseguido en la obra más reciente de la Escuela de Frankfurt en relación con el estudio de la ciencia social y política y, a partir de estos estudios, Habermas desarrolló una teoría de los "intereses constitutivos del conocimiento". Para Habermas, mientras la ciencia social técnica (empírico-analítica) pretende la regulación y el control de la acción social, y la ciencia social práctica (interpretativa o simbólica) intenta interpretar el mundo, la ciencia social emancipadora intenta revelar la forma en que los procesos sociales son distorsionados por el poder en las relaciones sociales de dominación y coerción, mediante La forma de ciencia que persigue el interés emancipador es, según Habermas, la ciencia social crítica. Esta ciencia estaría caracterizada por tratar de construir críticas de la vida social que muestren cómo las ideas y acciones de la gente han sido constreñidas mediante desconocidas relaciones de poder, y su método característico es el ideológico-crítico. Para Habermas la crítica ideológica consiste en realizar investigaciones que tratan de "cartografiar" las circunstancias históricas y sociales actuales (tanto en el sentido del análisis general de la sociedad y de la cultura, como en el específico de nuestra propia situación social) y de usar el proceso de cartografiado no sólo para identificar los hitos y símbolos clave del territorio social "de afuera" (de nuestro mundo en torno), sino también para identificar los correspondientes a nuestro modo de entender el mundo (por ejemplo, nuestro lenguaje, nuestros valores, los significados que otorgamos a las cosas y las formas de producción y de relación social mediante las que interac-tuamos con el mundo). Por supuesto, esta concepción o criterio es tan criticado como los criterios primero y segundo. Pero su utilidad, especialmente en las ciencias sociales, no puede ser simplemente rechazada. ¿Ciencia neutral? Ciencia social y lucha simbólica Un argumento utilizado para rechazar el tercer criterio de demarcación consiste en presentar la actividad científica como una actividad "neutral". Inclusive se recurre para ello a argumentos de Mario Bunge17 . Si los argumentos anteriores no han sido suficientes agregaremos algunos más, desde otro ángulo. El célebre sociólogo francés contemporáneo Pierre Bourdieu señala, en relación a las ciencias sociales, lo siguiente: Pero los objetos del mundo social, como lo indiqué, pueden ser percibidos y expresados de diversas maneras, porque siempre comportan una parte de indeterminación y de imprecisión y, al mismo tiempo, un cierto grado de elasticidad semántica: en efecto, aún las combinaciones de propiedades más constantes están siempre fundadas sobre conexiones estadísticas entre rasgos intercambiables; y además, están sometidas a variaciones en el tiempo de suerte que su sentido, en la medida en que depende del futuro, está también a la espera y relativamente indeterminado. Este elemento objetivo de incertidumbre -que es a menudo reforzado por el efecto de categorización, pudiendo la misma palabra cubrir prácticas diferentes- provee una base a la pluralidad de visiones del mundo, ella misma ligada a la pluralidad de puntos de vista; y al mismo tiempo, una base para las luchas simbólicas por el poder de producir y de imponer la visión del mundo legítima (...) Las luchas simbólicas a propósito de la percepción del mundo social pueden tomar dos formas diferentes. En el lado objetivo se puede actuar por acciones de representaciones, individuales o colectivas, destinadas a hacer ver y hacer valer ciertas realidades (....) Por el lado subjetivo se puede actuar tratando de cambiar las categorías de percepción y de apreciación del mundo social, las estructuras cognitivas y evaluati-vas: Las categorías de percepción, los sistemas de clasificación es decir, en lo esencial, las palabras, los nombres que construyen la realidad social, tanto como la expresan, son la apuesta por excelencia de la lucha política, lucha por la imposición del principio de visión y división legítimo, es decir por el ejercicio legítimo del efecto de teoría. (Bourdieu, P. 1993). La ciencia en general no es "neutral. Y la ciencia social, en particular, lo es muchísimo menos. La ciencia social es, entre otras cosas, un campo de lucha política para imponer el "efecto de teoría" señalado por Bourdieu. En otro artículo, Bourdieu desarrolla un esbozo de historia de las ciencias sociales señalando que: Es por eso que hay que pedirle a la Una mirada comparativa sobre el desarrollo de las ciencias sociales permite plantear que un modelo encaminado a dar cuenta de las variaciones del estado de esas disciplinas según las naciones y según las épocas debería tener en cuenta dos factores fundamentales: por una parte, la forma que reviste la demanda social de conocimiento del mundo social en función principalmente de la filosofía dominante en las burocracias de Estado (liberalismo o key-nesianismo, principalmente), una fuerte demanda estatal que pueda asegurar las condiciones favorables para el desarrollo de una ciencia social relativamente independiente de las fuerzas económicas (y de las demandas directas de los dominantes), pero fuertemente dependiente del Estado; por otra parte, la extensión de la autonomía del sistema de enseñanza y del campo científico en relación con las fuerzas económicas y políticas dominantes, autonomía que supone sin duda a la vez un fuerte desarrollo de los movimientos sociales y de la crítica social de los poderes y una fuerte independencia de los especialistas en relación con esos movimientos. La historia atestigua que las ciencias sociales no pueden acrecentar su independencia con relación a las presiones de la demanda social, que es la condición prioritaria de su progreso hacia la cientificidad más que apoyándose en el Estado: al hacerlo, corren el riesgo de perder su independencia con relación a él, a menos que estén preparadas para usar contra el Estado la libertad (relativa) que les asegura el Estado. (Bourdieu, P. 1996) No solamente la ciencia social no es neutral. No solamente es un campo de lucha político. No solamente debe su existencia a la ayuda del Estado, sino que, además, su independencia y objetividad se mantienen a condición de que utilicen la libertad relativa que les garantiza el Estado contra el propio Estado. La lucha contra el Estado es entonces, en la visión de Bourdieu, condición de cientificidad de las ciencias sociales. ¿Cómo puede sostenerse que la ciencia es una actividad neutral e inocente? Y por consiguiente ¿Cómo puede relegarse el criterio crítico de la ciencia social? Existen, en el campo de las ciencias sociales (en este caso específico, las "ciencias del hombre") visiones más escépticas acerca de su cientificidad, remarcando una visión muy alejada de una supuesta neutralidad; el conocimiento es un poder: Se tiene, sin duda, razón al plantear el problema aristotélico: ¿es posible, y legítima, una ciencia del individuo? A gran problema, grandes soluciones quizá. Pero hay el pequeño problema histórico de la emergencia, a fines del siglo XVIII, de lo que se podría colocar bajo la sigla de ciencias «clínicas»; problema de la entrada del individuo (y no ya de la especie) en el campo del saber; problema de la entrada de la descripción singular, del interrogatorio, de la anamnesia, del «expediente» en el funcionamiento general del discurso científico. A esta simple cuestión de hecho corresponde sin duda una respuesta sin grandeza: hay que mirar del lado de esos procedimientos de escritura y de registro, hay que mirar del lado de los mecanismos de examen, del lado de la formación de los dispositivos de disciplina, y de la formación de un nuevo tipo de poder sobre los cuerpos. ¿El nacimiento de las ciencias del hombre? Hay verosímilmente que buscarlo en esos archivos de poca gloria donde se elaboró el juego moderno de las coerciones sobre cuerpos, gestos, comportamientos... El examen, rodeado de todas sus técnicas documentales, hace de cada individuo un "caso": un caso que a la vez constituye un objeto para un conocimiento y una presa para un poder. El caso no es ya, como en la casuística o la jurisprudencia, un conjunto de circunstancias que califican un acto y que pueden modificar la aplicación de una regla; es el individuo tal como se le puede describir, juzgar, medir, comparar a otros y esto en su individualidad misma; y es también el individuo cuya conducta hay que encauzar o corregir, a quien hay que clasificar, normalizar, excluir, etc. (Foucault, M. 1998: 195 – 196)18 Una visión estrecha, acrítica, ahistórica y metafísica de la ciencia Una de las cosas más llamativas del artículo de Zoilo Achával es su fe acrítica y fuera de toda proporción en Al respecto Gastón Bachelard sostiene que los neopositivistas y sus continuadores buscan un principio metodológico capaz de diferenciar con claridad la ciencia de la no ciencia (que creen encontrar en el principio de verificación o en el de falsación). En este sentido Bachelard rechaza todo criterio a priori que pretenda captar la esencia de ...no es la razón la que amaestra la ciencia, imponiendo a las teorías el respeto de tal o cual modelo de cientificidad, sino la ciencia la que amaestra a la razón y la instruye 21 . Parafraseando a Kuhn podría decirse: la ciencia es lo que los científicos hacen. También es bastante audaz la afirmación que asegura que la ciencia es el único instrumento de conocimiento objetivo y verdadero22 . No es difícil poner en duda que sea único. Es también bastante discutible que sea puramente objetivo (ya que como señala Piaget este conocimiento proviene de la actividad del sujeto). Y finalmente es bastante indiscutible que la categoría de "verdadero" atribuida al conocimiento científico tiene profundas reminiscencias metafísicas. Todo esto sin conceder un ápice a la concepción posmoderna (que puede llegar al extremo de igualar actividad científica a la concepción de horóscopos, como señalé en otra ocasión; probablemente debido a que las concepciones posmodernas se parezcan mucho al pensamiento mágico e irracional de los astrólogos). Por otro lado de ninguna manera puede asimilarse el pensamiento de Dussel con el pensamiento de los posmodernos como hace Zoilo Achával. Es ésta una fea y vieja manera de discutir: mi posición representa la verdadera ciencia (que está bien definida por la epistemología "standard"), mi posición representa el verdadero marxismo23 (y para ello no es necesario citar ni siquiera una sola vez a Marx), en cambio Dussel es un repugnante posmoderno (aunque el trabajo de demostrarlo no haya sido realizado). De todas formas Zoilo Achával tiene razón en un punto: la ciencia se defiende sola. Y es necesario aclarar dos cosas: en primer lugar que el artículo de Dussel no ataca la ciencia, sino más bien al contrario. En segundo lugar que en la defensa que la ciencia realiza contra los verdaderos ataques que recibe no utiliza la metodología de Zoilo Achával. La ciencia rechaza los absolutos, las cosas "sagradas" o "intocables". Todo puede y debe transformarse por obra del hombre. Los científicos que realizan un experimento no tienen una actitud neutral, intervienen en el desarrollo de los fenómenos para corregirlos a su favor. Se opera sobre los propios métodos de actuar sobre los fenómenos para lograr una acción más eficaz. En otras palabras la labor científica sigue la célebre tesis 11 de Marx a Feuerbach: Los filósofos se han limitado a interpretar el mundo de distintos modos; de lo que se trata es de transformarlo. (Marx, C. y Engels F. 1985: 668). Conclusiones: Ciencia y Ética Si de lo que se trata es de transformar al mundo una ética es necesaria. Petruccelli señala, correctamente, que la obra de Marx trasciende la cuestión específicamente científica, tiene, además, una concepción general del mundo y una práctica revolucionaria. Pero, para todo ello, es necesario contar con una ética24 . No resulta extraño, entonces, que los contradictores de Dussel aúnen crítica al "tercer criterio", con crítica a su visión "ética" en articulación con la ciencia, ya que ambas concepciones se implican mutuamente. La visión que sobre la ciencia sostienen los contradictores de Dussel es la visión dominante sobre ciencia (aunque un poco carica-turizada). Esta visión resalta los éxitos de la ciencia pero niega sus consecuencias negativas sobre la naturaleza y el hombre, incluyendo sus relaciones sociales; o sea: supone una concepción de progreso sin contradicciones. Esta visión acrítica y ahistórica niega a la ciencia como construcción social y busca sustraerla de todo control social y ético, argumentando que será ella misma la que corregirá sus errores. Esta visión niega también que la ciencia, a pesar de sus extraordinarios logros, sea, además, un medio más del poder de las clases dominantes y su Estado. Un poder nada desdeñable ya que es "uno de los poderes mayores del Estado, el de producir y de imponer (principalmente por medio de la escuela) las categorías de pensamiento que aplicamos espontáneamente a cualquier cosa del mundo..." (Bourdieu, P. 1996). Resulta insólito que esta posición se lleve adelante en nombre del marxismo. La ciencia no agota toda la racionalidad humana. De no ser así se cae rápidamente en una posición profundamente reaccionaria e inaceptable. En efecto, si toda la racionalidad se agota con la ciencia cualquier decisión, opinión o criterio tomado fuera de esta ámbito sería irracional. Dicho de otro modo: todo lo no científico es irracional. Los valores, normas, objetivos y luchas de la raza humana, que la ciencia, legítimamente, busca dejar de lado, caerían así en la categoría de irra-cionales (o pre – racionales). La posición de Dussel, en cambio, intenta enlazar estas dimensiones científicas y éticas de un modo no –reduccionista y resulta, como dijimos al principio, convincente y estimulante. Bibliografía: Bourdieu, P. "Espíritus de Estado", en Revista Sociedad Nº 8, UBA, Facultad de Ciencias Sociales, Bs. As. 1996. Bourdieu, P. Cosas Dichas. Barcelona, Gedisa, 1993. Bourdieu, P. Las estrategias de reconversión. En Enguita Maria-no F. (editor). Sociología de Chalmers, Alan. ¿Qué es esa cosa llamada ciencia? Buenos Aires, Siglo XXI, 1987. Ferreiro, E. "Piaget". En Los hombres de Feyerabend, P. Contra el método. Esquema de una teoría anarquista del conocimiento. Barcelona, Ariel, 1974. Flichman, E y Pacífico, A. Pensamiento Científico. 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Por otra parte Kepler creía ver a Marte de forma cuadrada, etc. De haber existido la teoría de Popper en esa época se habría dicho que la teoría copernicana había sido falsada con semejantes evidencias en contra. Sin embargo no fue así, los científicos copernicanos (Kepler incluido) no dudaron de la veracidad de su teoría. Kepler le dio forma matemática (por un camino donde el misticismo no estaba ausente): el sol era el centro del sistema solar, las órbitas no eran esféricas sino elípticas, etc. Venus mostró sus fases y su cambio aparente de tamaño y Marte, finalmente, se mostró esférico. 2 Ariel Petrucceli se refiere a Popper como "un cruzado de la guerra fría". Teniendo en cuenta que el año de edición de la obra donde expone sus prejuicios antimarxistas La sociedad abierta y sus enemigos es de 1945, creo que una correcta caracterización de Popper es como "adelantado de la guerra fría". 3 Tomado, en parte, de "Objetividad, juicios de valor y elección de teoría" en La tensión esencial, FCE, México, 1982, p.345. Las características de una teoría científica es un tema muy debatido. Se toman las mencionadas por Kuhn sólo para poder desarrollar algunas ideas. 4 En este sintético y esquemático desarrollo hemos omitido a autores como Feyerabend, que sostienen que el método científico simplemente no existe. Feyerabend también niega toda posibilidad de demarcar el límite entre lo científico y lo no científico. 5 El físico alemán Max Plank, iniciador de la mecánica cuántica, daba una respuesta negativa a esta pregunta: "Una nueva teoría no se impone porque los científicos se convenzan de ella, sino porque los que siguen abrazando las ideas antiguas van muriendo poco a poco y son sustituidos por una nueva generación que asimila las nuevas desde el principio." 6 ¿Puede afirmarse que la Biología, por ejemplo, es enteramente una ciencia natural? ¿O que la Psicología es puramente social? Por otro lado, esta clasificación de las ciencias deja afuera a la Matemática que es una ciencia que no es natural ni social. 7 El filósofo e historiador de 8 Piaget, cuya principal preocupación científica era de índole epistemológica, sostenía que la epistemología era por naturaleza interdisciplinaria. Para Piaget la epistemología debe tratar el problema de cómo se pasa de un estado de menor conocimiento a uno de mayor conocimiento. Un proceso de este tipo plantea a la vez cuestiones de hecho y de validez. Si sólo fuese validez la epistemología se confundiría con la lógica; "pero su problema no es solamente formal puesto que se trata de determinar de qué manera el sujeto alcanza lo real, es decir, cuáles son las relaciones entre el sujeto y el objeto; si se tratara sólo de hechos la epistemología debería reducirse a una psicología de las cuestiones cognoscitivas y ésta no es competente para resolver las cuestiones de validez" (Piaget, J. 1983: 13). 9 Y de que hay una lucha por la posesión de dicho capital cultural. 10 Esta carencia de "paradigma" único lleva a afirmar a veces que las ciencias sociales se encontrarían en un estado "pre – científico". Cuando se establezca un paradigma único las ciencias sociales entrarían en un estado de cientificidad plena. No compartimos este criterio. 11 Por ejemplo: Popkewitz, T. Critical studies in teacher education. The Falmer Press, Londres, 1987. Popkewitz, T. Recent developments in curriculum studies. NFER – Nelson, Windsor, 1986. Reid (citado en: Gimeno Sacristán, J. El currículum: una orientación sobre 12 Esta concepción presenta una idea del mundo social como un sistema de variables empíricas posibles de diferenciar. Como es sabido, el significado más general de "empírico" está relacionado con una atención cuidadosa a los fenómenos; restringidos para designar sólo lo cuantificable. Esta forma de razonamiento científico suele ir acompañada por una reducción de los problemas metodológicos a las técnicas de investigación. Para esta concepción lo más importante radica en el rigor estadístico y metodológico. El paradigma que lo guía consiste en la búsqueda de regularidades legali-formes. Presenta la ciencia social de una manera semejante a la de las ciencias físicas o biológicas. Esta escuela sostiene que el conocimiento debe ser analítico en lugar de sintético dividen el comportamiento humano en sus pretendidos elementos constitutivos. Esta concepción, plenamente positivista, descansa sobre cinco supuestos interrelacionados: 1º) la teoría ha de ser universal, no vinculada al contexto específico; 2º) la ciencia es una actividad desinteresada y existe una distinción clara entre teoría científica y teoría moral; 3º) el mundo social existe como un sistema de variables distintas y analíticamente separables, su explicación es causal; 4º) en esta concepción existe la creencia en el conocimiento formalizado, analizando y precisando las variables antes de iniciar la investigación; operacionalizando los conceptos y otorgándoles una definición invariante para poder verificar y comparar los datos. Se distingue netamente la teoría de la práctica (como los valores de los hechos). 5º) las teorías tienen pretensiones descriptivas y predictivas. Esta concepción de las ciencias sociales es muy común en EE.UU. y los países anglosajones. 13 Su paradigma está centrado en averiguar cómo la interacción humana da origen a la creación de normas y conductas gobernadas por ésta. La noción de "norma" hace que la atención del científico se dirija al ámbito de la acción, la intencionalidad y la comunicación entre los seres humanos. Esta concepción distingue entre la vida social y el mundo físico. En este sentido, afirma que la cualidad diferen-ciadora del ser humano la constituyen los símbolos que desarrolla para comunicar significados e interpretaciones de la vida cotidiana. En lugar de entender los comportamientos como los "hechos" de la ciencia, el paradigma simbólico atiende a la interacción y a las negociaciones que tienen lugar en las situaciones sociales, y por cuyo medio los individuos se definen mutuamente sus expectativas sobre qué comportamientos son adecuados. En el paradigma simbólico la teoría deja de ser una búsqueda de regularidades sobre la naturaleza del comportamiento social para convertirse en la identificación de las normas que subyacen a los hechos sociales y los gobiernan. Aspectos fundamentales del trabajo teórico que se desarrolla son los conceptos de intersubjetividad, motivo y razón. La objetividad no es una ley que guíe a los individuos sino el resultado de un consenso intersubjetivo logrado a través de la interacción social. Esta concepción admite dos tipos de causalidad: a) la del "por qué" (en ella se centran las ciencias empírico - analíticas); b) la del "a fin de" (un individuo realiza una acción concreta a fin de que acontezca algo en el futuro). Existen evidentes semejanzas entre la concepción empírico - analítica y 14 Para Popkewitz la ciencia crítica se ocupa del desarrollo histórico de las relaciones sociales y del modo en que la historia oculta el interés y el papel activo del ser humano. En esta concepción se pueden distinguir dos corrientes: la residual y 15 Por ejemplo Umberto Ecco (¡nada menos!) critica a la escuela de Frankfurt en estos términos: "Buena parte de las formulaciones pseudo-marxistas de la escuela de Frankfurt, por ejemplo, delatan su parentesco con la ideología de la «sagrada familia» baueriana y de los movimientos colaterales. Incluida la persuasión de que el pensador (el "crítico") no podrá ni deberá proponer remedios, sino, como mucho, dar testimonio de su propio disentimiento: "La crítica no constituye ningún partido, no quiere poseer ningún partido para sí, sino hallarse sola, sola cuando se sumerge en su objeto, sola cuando se contrapone a él. Se distancia de todo... Cualquier nexo es para ella una cadena". Siguiendo esta tónica, el cuaderno VI de Puede objetarse, claro está, que la respuesta que Marx dio a Bruno Bauer era: las masas, en cuanto adquieran conciencia de clase, pueden tomar sobre si la dirección de la historia y colocarse como única y real alternativa a vuestro "Espíritu" ("es preciso haber conocido el estudio, la avidez de saber, la energía moral, el impulso incansable de progreso de los ouvriers franceses e ingleses, para poder formarse una idea de la humana nobleza de este movimiento"), mientras que la respuesta que la industria de la cultura de masas da implícitamente a sus acusadores es: la masa, superadas las diferencias de clase, es ya la protagonista de la historia y por tanto su cultura, la cultura producida por ella y por ella consumida, es un hecho positivo. Y. es precisamente en estos términos que la función de los apocalípticos tiene validez propia, al denunciar que la ideología optimista de los integrados es de mala fe y virtualmente falsa. Pero lo es (lo comentaremos en alguno de los ensayos) precisamente porque el integrado, al igual que el apocalíptico, asume con máxima desenvoltura (cambiando sólo el signo algebraico) el concepto fetiche de «masa». Produce para la masa, proyecta una educación de masa y colabora así a la reducción de los auténticos temas de masa." (Umberto Ecco. Apocalípticos e integrados. Introducción). Como veremos la concepción crítica de Dussel es opuesta por el vértice a la idea complaciente de la crítica con la que polemiza Ecco. 16 Desde otros puntos de vista varios autores señalan el hecho de que la pretensión positivista de "limpiar" la ciencia de toda metafísica terminó, finalmente, por establecer una nueva metafísica. 17 Bunge es citado por Petruccelli y por Achával. Si bien es posible concebir, con mucha imaginación, situaciones donde el pensamiento de Bunge sea pertinente, no es en el caso de las citas antes mencionadas. Petrucelli cita doce "ideas centrales" de Bunge (Herramienta 12. Pág. 176 – 177), en las cuales no ve inconvenientes (salvo aclaraciones o agregados) para ser aceptadas por un marxista. Por mi parte debo señalarle a Petruccelli que existe al menos un marxista que no acepta ninguna de las doce ideas centrales de Bunge. Para señalar sintéticamente sólo dos: la idea 2) es lógicamente inconsistente y la 11) es políticamente reaccionaria. La cita de Bunge que refuerza las ideas de Zoilo Achával es sencillamente lamentable. Esta cita no solamente contiene chicanitas de bajo nivel contra la "izquierda" sino que afirma que la Escuela de Frankfurt no se da cuenta que la ciencia básica ¡es neutral e inocente! 18 En libros anteriores Foucault se mostraba aún más escéptico: "Las ciencias humanas no son solamente "falsas ciencias"; no son ciencias en modo alguno; la configuración que define su positividad y las enraiza en la episteme moderna las pone, al mismo tiempo, fuera del estado de ser de las ciencias; y si se pregunta entonces por qué han tomado ese título, bastará con recordar que pertenecen a la definición arqueológica de su enraizamiento, que llaman y acogen la transferencia de modelos tomados de las ciencias" (Foucault, 1989: 355 – 356). 19 Petruccelli y Achával critican ferozmente a Dussel por un pie de página relativo a la cuestión de "ciencia burguesa" y "ciencia proletaria". Petruccelli llega a afirmar inclusive que "la verdad no tiene dueño" (Herramienta 12, Pág. 184). Lamento discrepar con Petruccelli, pero yo sí creo que la verdad tiene dueño. Del hecho de que, históricamente, no sea posible concebir una "cultura proletaria" no puede deducirse que no existe una "ciencia burguesa". Al respecto Trotsky decía que: "Es indiscutible que toda ciencia refleja en mayor o menor grado las tendencias de la clase dominante. Cuando más estrechamente se vincule una ciencia a los problemas prácticos de la conquista de la naturaleza (física, química, ciencias naturales en general), mayor será su valor humano, no clasista. Cuanto más profundamente se relacione con el mecanismo social de explotación (economía política) o generalice abstractamente la experiencia humana (como la sociología, no en su sentido experimental y fisiológico, sino en su sentido llamado sentido "filosófico"), más se subordinará al egoísmo de clase de la burguesía y menor será su contribución al acervo general de los conocimientos humanos" (Trotsky, L. 1989: 138). 20 La teoría de Kuhn tiene como uno de sus ejes fundamentales la cuestión de las revoluciones científicas. La ciencia moderna comienza con una gran revolución por la obra de científicos de la talla de Copérnico, Galileo y Newton. Kuhn señala también que posteriormente ha habido otras revoluciones que han cambiado el paradigma de la física como la Teoría de la Relatividad y 21 Bachelard también sostiene que el progreso de la ciencia no se ha realizado en línea continua sino mediante auténticas rupturas (coupures) epistemológicas, que siempre han implicado la negación, por parte de la ciencia específica a la cual daba lugar, de alguna categoría fundamental, de algún factor relativo al mismo acto de conocer, sobre los que se asentaban las investigaciones de la fase anterior. (Ver Geymonat, op. cit.) 22 Si la ciencia es el único instrumento de conocimiento objetivo y verdadero, entonces todo conocimiento objetivo y verdadero es científico. Se concluye entonces que los perros, que "conocen" a sus dueños y los distinguen de otras personas, resultan ser unos excelentes científicos. 23 Sin embargo creo notar en Achával una posición un tanto displicente en relación a la dialéctica. ¿Es ésta una impresión mía? Si mis sospechas son ciertas ¿Este desdén abarca todas las expresiones de la dialéctica: platónica, hegeliana, marxista? 24 No puedo pronunciarme acerca de si esta ética está implícita o explícita en Marx. De todas formas resulta curioso que se pretenda demostrar lo contrario de una afirmación recurriendo a una misma cita. Disponible: http://www.herramienta.com.ar/modules.php?op=modload&name=News&file=article&sid=191 BLOG: EPISTEMOLOGÍA DE LAS TEORÍAS RODOLFO-J.RODRIGUEZ-R San José, Costa Rica Blog 2: http://cognoscibilidad.blogspot.com/ E-mail: rodolfojrr@gmail.com. ![]() Otros mensajes en 15 de Septiembre, 2007
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