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¿Casualidad o sincronía de Human Rights Watch?

Por Episteme - 20 de Septiembre, 2008, 15:01, Categoría: Pensamiento Latinoméricano

Human Rights Watch


La ONG Human Rights Watch (HRW) sabe cómo funciona el mundo. Eso es algo que debe quedar fuera de toda duda desde un principio. Sabe cómo funciona el mundo porque ofrece informes de todo él, con toda su complejidad. Tienen contactos en muchos países, y su agenda de medios sería la envidia de cualquier persona que tuviera mucho interés en dar a conocer algo al máximo número de gente posible.

Un solo vistazo a la página web de HRW evidencia que, a parte de tener mucha información muy diversa y muy completa, también es mucha la gente que debe trabajar en ella. Ofrecen de forma gratuita informes sobre el estado de los derechos humanos en buena parte del globo, informes de su factura en los que intentan alertar sobre los problemas que detectan y ofrecer recomendaciones para superar esas situaciones. Eso sí, a pesar de ofrecer informes de todo el mundo únicamente tienen cuatro sedes: Washington, Nueva York, Londres y Bruselas. Curiosamente, la amplísima mayoría de esos informes no hablan sobre el estado de los derechos humanos en esos tres países (Estados Unidos, Gran Bretaña y Bélgica). La respuesta podría ser simple: en Europa y en Estados Unidos se violan mucho menos los derechos humanos que en otras regiones, puesto que sus democracias son las más asentadas y estables de todo el planeta. Podría surgir otra pregunta: ¿Y cómo hacen para monitorear tantos lugares del mundo sin estar en ellos? Otra vez la respuesta podría ser simple: estudian, realizan informes e incluso entrevistan a personas locales en viajes "in situ". Dichos viajes, también realizados en el caso de Venezuela, son preparados al detalle desde el lugar de origen. Si no fuera así, ¿cómo justificar los gastos, dietas y demás facturas de la organización? En cualquier ONG mediamente seria, el libro de cuentas tiene que estar al día, previsto para pasar revista a cualquier auditoría. De otra manera no se puede justificar las subvenciones recibidas, normalmente destinadas a proyectos concretos.

Para ser justos, también hay que señalar que la credibilidad de HRW debería estar a salvo de cualquier mala interpretación. No únicamente han criticado a una serie de países con una ideología determinada, sino que también lo ha hecho en otras ocasiones  a Colombia o a Estados Unidos, si bien en ocasiones mucho más puntuales.

Como ONG, HRW no recibe fondos directamente de ningún Gobierno. "Directamente", hay que destacarlo. Cualquier persona que haya trabajado alguna vez en una ONG entiende que la financiación para sus proyectos se adjudica, muchas veces, en virtud de la concesión de subvenciones que, si bien no "directamente", sí que provienen de los Gobiernos, o de entes adscritos, o de instituciones que éstas sí reciben financiación directa. No creo que sea un mecanismo perverso, pero sin lugar a dudas a veces ata a las ONG"s a no poder actuar con total independencia. La lógica es aplastante, no le vas a pagar a alguien para que lance piedras contra tu propio tejado todos los días. A la mayoría de miembros de cualquier ONG que se le pregunte contestará lo mismo: que los Gobiernos sean su principal fuente de financiación es un problema.

HRW decidió venir a Venezuela esta semana, para presentar su último informe: "Una década de Chávez. Intolerancia política y oportunidades perdidas para el progreso de los derechos humanos en Venezuela". No hace falta ser muy avispado para saber qué vas a encontrar en un informe que se titula así. El documento tiene 267 páginas, una cantidad nada despreciable, por lo que el estudio, el tiempo dedicado y la recolección de la información obligan, sin duda, a destinar a dicho informe una cantidad de recursos importantes. Hasta aquí todo correcto, salvo un pequeño detalle. Bueno, en realidad es un detalle tonto, sobre el que seguro que poca gente habrá reflexionado. Chávez no está celebrando todavía diez años en el poder. El director para las Américas de HRW, el chileno José Miguel Vivanco, se desplazó hasta Venezuela junto con el subdirector, el estadounidense Daniel Wilkinson, para presentar el informe. En diciembre de 1998 fue elegido presidente, pero no asumió la presidencia de la República hasta febrero de 1999. Técnicamente, Chávez cumplirá una década al frente de Venezuela dentro de medio año. Claro que, si esperas a presentarlo en diciembre o en febrero el mundo no conocerá el estado de los derechos humanos en el país antes de las próximas elecciones, previstas para el 23 de noviembre. Nuevamente, creo que para ser plenamente justos también hay que decir eso. No es la primera vez que Vivanco viene a Venezuela, ni habla sobre ella. Ya estuvo aquí haciendo campaña activa contra la nueva constitución que promovía Chávez en diciembre del año pasado. Ya comentó también en marzo pasado que Venezuela debería de explicar en qué consisten sus hipotéticos vínculos con la guerrilla de las FARC. Por tanto, la presencia de una clara intencionalidad también hay que destacarla.

Alguien de HRW llamó desde Washington a la redacción de Efe en Caracas. Nos concedían una entrevista personal con Vivanco, y nos lo avisaban un día antes. Puesto que el teléfono de contacto que nos ofrecían era de Washington, la delegada se puso en contacto con la delegación de allí para ver qué sabían ellos. Es lógico, si van a presentar el informe en dos sitios a la vez no es necesario hacer la misma información por duplicado. Pero no, iba a ser en Venezuela en exclusiva. La mañana misma de la entrevista, el encuentro se pudo confirmar con Wilkinson, ya en el país, después que desde Washington nos facilitaran el teléfono de contacto de los hombres de HRW en Venezuela. La cita, a las 16.45 en el Hotel Meliá. Allá fuimos, con el fotógrafo. Pero, oh, desilusión, no era exactamente una entrevista personal. Vivanco alagaba nuestros oídos al afirmar que confiaba en EFE por su imparcialidad. Bueno, en realidad solo a mí, porque el fotógrafo tuvo que irse ante la negativa de Vivanco a que le tomáramos fotos. De hecho tampoco se puedo grabar la conversación. En realidad se trataba de pasarnos "de estrangis" el informe que se iba a presentar al día siguiente. De este modo, teníamos la ocasión exclusiva de estudiarlo, desmenuzarlo, y analizarlo antes de la rueda de prensa. Vivanco no quería que se filtrara nada antes de la presentación del día siguiente, porque de lo contrario, dijo, si se enteraba el Gobierno podían echarlo del país antes del tiempo. De hecho se mostró extrañado de que lo hubieran dejado entrar en Venezuela. No lo voy a negar, después de su negativa a la foto y a la grabadora yo pensé que el hombre exageraba un poco. Viéndolo ahora en perspectiva parece ser que no exageraba nada. Al final no fue una entrevista personal, ni exclusiva, porque al rato de llegar EFE llegó la DPA, el corresponsal del The Guardian, y escuché sorprendido que en un rato llegaba también AFP. Vivanco se explicó. El informe se lo habían pasado a todas las agencias, pero no a Prensa Latina, ni a la Agencia Bolivariana de Noticias, ni a la agencia rusa, ni a la china, ni a los corresponsales de Irán, ni a los de Al-Yazira. De lo contrario se filtraría antes de tiempo, dijo Vivanco. De hecho fue muy enfático en pedir que todo quedara guardado hasta la rueda de prensa del día siguiente.

Hablemos del informe. En él se concluye que el Presidente de Venezuela, Hugo Chávez, ha mostrado "desprecio" por "derechos fundamentales". El informe es muy duro, sin ninguna concesión. "Chávez ha buscado activamente proyectarse como un defensor de la democracia (…), su presunto compromiso con esta causa es contradictorio con el desprecio, por parte de su Gobierno, de garantías institucionales y derechos fundamentales" dice.  "Los derechos a la libertad de expresión y asociación están en peligro" en Venezuela, por lo que sus ciudadanos "no pueden participar en la política de manera plena y equitativa", añade. La crítica es una constante en el documento, que ofrece como "características definitorias" del Gobierno venezolano la "discriminación política" o el "desprecio manifiesto del principio de separación de poderes". HRW también critica la inexistencia de un poder judicial independiente, haber actuado contra medios de comunicación opositores, no permitir elecciones sindicales libres, o incluso "adoptar una actitud de confrontación agresiva frente a los defensores de derechos humanos y las organizaciones de la sociedad civil". El único capote es para asegurar que el peor momento de los derechos humanos en Venezuela en la última década fue en diciembre de 2002, durante el golpe de Estado contra Chávez. Aún así adjunta a continuación que eso "ha acechado a la política de Venezuela desde entonces" y ha sido utilizado como "un pretexto para adoptar un amplio espectro de medidas que han debilitado garantías fundamentales". HRW finaliza con unas "recomendaciones" a Venezuela para "promover una democracia más inclusiva", porque el país "no logrará obtener un progreso real y sostenido hacia el fortalecimiento de su democracia (…) mientras su gobierno continúe despreciando los principios de derechos humanos establecidos en su propia Constitución". El documento no habla de otras experiencias de democracia que se llevan a cabo, como la toma de decisiones a través de los consejos comunales, ni la puesta en marcha de comunas de producción socialista.

La rueda de prensa fue multitudinaria, salvo que los medios afines al Gobierno no estaban, posiblemente porque no sabían que había tal acto. Antes de la rueda, Wilkinson se acercó a mí y me pidió que no comentara que yo ya tenía el informe, puesto que los medios locales no habían tenido acceso y por tanto podían sentirse menospreciados. Ningún problema. Durante la rueda Vivanco me llamó por mi nombre y me dijo si tenía alguna pregunta. La verdad es que sí. No entendía porqué en un informe tan detallado no aparecía ningún comentario acerca de las numerosas elecciones que se han celebrado en Venezuela en la última década. Creo que se puede afirmar que Venezuela es el país de todo el mundo que más elecciones ha celebrado consecutivamente en los últimos años. Chávez ha ganado todas, excepto el último referéndum. Quizás fue por eso que Lula dijo hace tiempo, preguntado sobre el sistema venezolano, que en Venezuela lo que había era un "exceso de democracia". Le transmití mis dudas a Vivanco, y le pregunte también qué calidad le otorgaba HRW a todos los comicios celebrados en diez años. Vivanco respondió citando informes del Centro Carter y de la Organización de Estados Americanos (ambas instituciones bajo la batuta de Estados Unidos). Dijo que todas las elecciones habían sido "relativamente limpias". Aquí sí, sin tapujos, si no fueran elecciones limpias Chávez no habría perdido el referéndum de diciembre pasado. Se jugaba mucho en esa consulta, afianzar su revolución bolivariana, y sin embargó perdió.

De la rueda de prensa fuimos hacia la redacción, con la idea de hacer la previsión. El contenido del informe había quedado plasmado en otra nota dejada preparada el día anterior. Teniendo en cuenta que el informe también lo tenían el resto de agencias, en este negocio la rapidez es importante para avanzarse a la competencia. Por eso la primera nota se rebotó nada más finalizar la rueda. Es curioso, cuando yo llegué a la redacción, media hora después de la rueda, el diario español El País ya tenía en Internet un extenso artículo firmado por Francisco Perejil en el que detallaba el contenido del informe. Bueno, de hecho era una noticia muy extensa en la que se repetía lo dicho por Vivanco, pero en otro orden. Parece ser que el informe de HRW había sido filtrado previamente a la rueda no solo en Venezuela. En cuestión de minutos, el efecto multiplicador de las nuevas tecnologías hacía que medio mundo conociera el informe. Si se me permiten los símiles, la historia tiene algo de efecto bomba. Se prende la mecha, la bomba explota, y la metralla se esparce por el mundo a una velocidad asombrosa, gracias al efecto "eco" de los medios nacionales de cada país.

La reacción de Venezuela ha sido bestial. Realmente yo esperaba una respuesta dura, pero no la expulsión de Vivanco y Wilkinson. Al fin y al cabo iban a salir del país al día siguiente. Hay cosas injustificables, como que la estatal Venezolana de Televisión muestre imágenes de cómo un funcionario del ministerio de Relaciones Exteriores llama a la habitación de Vivanco y Wilkinson en el Hotel Meliá para comunicarles su expulsión inmediata. La cámara persiguiendo a Vivanco mientras saca su ropa del armario, o mientras camina en dirección al coche que se lo lleva al aeropuerto, o cómo pregunta contrariado dónde lo llevan. Todo eso me parece demasiado. Las declaraciones del diputado oficialista Ezcarrá, simplemente, patéticas. Dijo que parece ser que los dos individuos dormían en la misma habitación, y por tanto él insinuó que la difusión de informes plagados de mentiras no era la única "desviación" de los dos, dando a entender que eran homosexuales, como si eso fuera otro motivo más de escarnio. Por suerte el canciller Nicolás Maduro, el ministro de Comunicación e Información, Andrés Izarra, y el embajador de Venezuela ante la OEA, Roy Chanderton, han puesto algo de lógica y criterio en la crítica. Explicaron que todo era en el marco del cumplimiento de las leyes venezolanas, que estos señores venían con cédula extranjera y eso solo permite el "esparcimiento y la recreación", no ejecutar actividades políticas. También dijeron que Venezuela es soberana y por tanto hay que respetarla sin aceptar injerencias extranjeras, todo ello sazonado con una alta dosis de retórica antiimperialista. No era la primera vez que Vivanco provocaba a Chávez, pero esta vez sí fue la primera vez que lo expulsaron.

Es una pena. Tristemente los hechos dieron la razón a Vivanco. Es doblemente triste porque, de alguna manera, es como si Vivanco consiguiera algo que a mí, personalmente, me dio la sensación que buscaba. ¿Tenían que haber echado a Vivanco? La opinión es libre, a tan solo unos metros de distancia, sin salir de Venezuela, se puede encontrar dos respuestas totalmente contrarias.

Pero HRW sabe en qué mundo vive. A pesar de que los funcionarios venezolanos les quitaran el celular y les embarcaran a Sao Paulo en cuestión de minutos, con nocturnidad, CNN  estaba esperando en el aeropuerto para recoger las primeras declaraciones de Vivanco. Más medios se sumaron. Nuevamente, la ola mediática se convirtió en un tsunami y retumbó en todo el mundo. De verdad que ya lo sabía, pero no deja de sorprenderme cómo es posible. Qué extraño poder invisible mueve los hilos para conseguir que en cuestión de poco tiempo la mayor parte del mundo oiga que Venezuela ha expulsado a unos representantes de una ONG de derechos humanos por sus críticas a Chávez. En ese tsunami mediático, me gustaría suponer que cada cual es libre de pensar lo que quiera. La desgracia, muchas veces, es que esa libertad de pensamiento total no es posible de alcanzar cuando únicamente se tiene un punto de vista. Yo no creo que el mundo sea tan negro, ni tan blanco. Tiene que haber un gris, porque sino esto sería demasiado aburrido.
mmm.

Caracas, 20 septiembre.
Disponible en:
http://forumexiliats.wordpress.com/2008/09/20/human-rights-watch/

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